
Una pequeña historia de cadáveres y estiércol.
Un oldman alto, hosco, y feo; hastiado de cigarros, bares, y noches sin término (hembras que llegan y se van, botellas de Whisky, la vieja escuela, el último dinosaurio, y así de pendejadas una detrás de la otra) Me aburre el sexo sin caras ni compromisos (ya tuve suficiente de esas pajas modernistas) Hoy día no me gustan los bares: parecen agujeros para heridos de guerra. Me gustan las personas y los perros (“Esa misteriosa devoción de los perros”, decía Borges) Amo a mi hija y a mi nieta: mis únicas dos rosas, mis últimas palabras. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.
Durrell / Borges / Cortázar / etc., etc., etc., (ad infinitum)
¿Algún libro te parece insuperable?"El Cuarteto de Alejandría" / Lawrence Durrell
¿Qué libro te ha impresionado más?"Rayuela" / Julio Cortázar
¿Cuál es la frase perfecta?"Más inclinado a filosofar en vino que a filosofar en vano" / Quevedo
¿Qué epitafio te gustaría tener?Aquí yace quien siempre estuvo
Mi amor de novela (quién no ha tenido uno así) en pocas o muchas palabras, aunque en realidad no cabe en ninguna.
El presente relato, y los que seguirán hasta que se mencione otra cosa, está incluido en el volumen titulado "Mitómano y Otros Roedores" Un pequeño homenaje al maestro del humor absurdo.
Historias de Duque y Martín: final con una aclaratoria.
Es un estigma mi insomnio; cuando me ataca suelo hacer y decir cosas más bien extrañas. Están las placenteras y divertidas, las que son un tanto más oscuras, y las impronunciables. Hoy, por suerte, solo me distraje en remedar un poquito a mi querido Don Francisco (De Quevedo, se entiende) y escribir para ello un soneto algo burlón. Eso sí, nada de medidas, diptongos, sinalefas, etc., que paciencia para eso ni Dios la tiene.