


Melancolía, ta vez asco, tal vez vida.
A veces el asco, en toda la calle,
En toda la casa que se habita de cuerpo
Hacia fuera.
Y también el aburrimiento y la decoración
De palabras absurdas, gestos cansinos,
Caricias matemáticas.
Es la superficialidad en vena
Y la rutina gelatinosa que hoy es portadora
De huesos viejos y de alma que se rinde.
El hombre se acaba
Con el paso del soldado en retirada,
Ojos entornados para una realidad impostada.
No llega la muerte
Pero la vida es fina, acaso insípida.
y comenta
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De la melancolía podemos encontrar su parte buena. La melancolía viene atribuida a los errores, y no hay mayor error que no saber aceptar algo bueno de él. Saludos, me gustó!si, me ha gustado mucho, muy visual y preciosos los adjetivos que le dan el ritmo al poema: absurdos, cansinos, ojos entornados, insípida, y sobre todo... la rutina gelatinosa. ¡Felicidades! No escribo poemas, pero puedes leer mis relatos ;)entre simbolismo y surrealismo, se esconde una verdad autoritaria y a la vez te deja ser uno mismo,,,Me ha gustado mucho... "Caricias matemáticas"... ¡Muy bien encontrado!
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En la madrugada todo es posible. Pasar del amor al deambular indiferente moviendo la colita.
El muerto volvió a la vida. No fue una resurrección. No fue un milagro. La ciencia y el japonés o el chino quisieron a Franz de nuevo escribiendo, pero sobre todo descubriendo que no habían cumplido su deseo. ¿Qué deseo?
Matilde Aguirre escribió libre. Todos los escritores son violados, asesinados, descuartizados. Los pájaros vuelan libres cuando se pierden en las nubes y la tierra, abajo, ni es negra ni es blanca, no tienen color.
Hijos de la gran puta hay en todas partes. Y los que tienen que nacer. Primero mueren los padres y el pueblo se caga de miedo. Llega la fea y a follar y a tener un hijo para sufrir también. Cabrón. El infarto coge por sorpresa. Y para que nada falte, llega la lapidaria sentencia a las puertas del cielo. ¿Infierno? Se lleva en el hígado.
Una jefa que ordena matar a personas buenas nunca puede fiarse de un asesino a sueldo, aunque los dedos del monstruo quepan en su coño y ella tenga la segruidad de que nunca dirá nada.
Me lo metieron en el culo y me dolió, pero era ncesario para vivir cómodamente en Júpiter.
El negro se pone a temblar y eso no me lo esperaba. Y luego Bonifacio me pide que mate a todos los ciegos. Y antes, el puto negro desayuna conmigo con los agujeros de las balas en el cuerpo.