


Es una descripción del encuentro mágico de una joven con el espíritu del mar.
Anclado
El mar, en su incesante movimiento de olas blancas concebidas una tras otra en un cuidadoso orden preestablecido escupió la esfera en la playa.
Una perfecta esfera transparente movida por la brisa iodada del mar levitaba sobre la arena dorada desafiando toda ley inmortal.
Sus destellos atravesaban la humedad del ambiente como mariposas multicolores salidas juntas de un único capullo de seda que desaparecían en todas direcciones cargando el aura de magia divina.
Intentabas cogerla, con tu vaporoso vestido de encajes blancos adherido al cuerpo por el lado en el que incidía el suave viento y etéreo, casi infinito a tu espalda.
Cuando las yemas de tus dedos parecían rozar su superficie cristalina, la esfera esquivaba tu caricia como un animalillo asustado, volviéndote a llamar con sus brillos para jugar contigo a la gallinita ciega.
Desapareció entre dos olas, como una burbuja de jabón engullida por su propio elemento, dejando en tu mirada la misma desilusión que prueba un niño cuando escapa su globo de helio y nunca más podrá atraparlo.
El espíritu del mar había salido curioso a conocer al hombre y tuvo la suerte de dar contigo, volvió a su reino encantado tras el encuentro, una raza sublime, risueña, con la ingenuidad de un cachorro que persigue un rayo de luz en la oscuridad para adueñarse de la esencia de la vida.
Su deseo se había cumplido acercándose al ser humano tanto como le era posible, aspirando su aroma azucarado, envidiando su libertad de movimientos por todo el planeta a su antojo, él, en su infinita grandeza, permanecía encadenado en sus aguas, anclado en el fondo del océano, bailando al son de las olas movidas por el viento.
y comenta
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Fantásticas imágenes, Paola. Muy bello. Saludos.


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Me dedico a la restauración y a la pintura decorativa y escribo porque eso es lo que me gusta hacer en el tiempo libre..