


Cerquita de un condado...
En mis campos de primavera me suelo acostar, ahí tengo a unas bestias. A unas las traje yo solita por deseo, y ellas, en su mundo ni se enteran, otras llegaron por curiosas y se quedaron por capricho pero no se acercan, no me tocan, sólo me miran desde lejos.
Me gusta retarlas pero no a todas les gusta ni todas responden, algunas no hablan, las siento y tiemblan sus ojos, tiemblan sus ojos de chivo loco.
Bailaban conmigo, a su manera, desde el verano en las noches de tango hasta las lunas de octubre pero algo les pasa a mis bestias que últimamente me dejan sola, todas mis bestias se van y yo bailo sola en la pista y de noche.
Yo creo que es mi espejo o mis dientes no prístinos o alguna vaca nueva de algún condado cercano. Y es que mis bestias no suelen ser llamadas bestias, en otros mundos retirados a ellas les llaman hombres.
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muy buen relato amigamuy buen relato amiga
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Escribe únicamente para si misma, aunque le gustaría gritarlo hasta la galaxia Andromeda. Son solo renglones formados por la vida de una Dulcinea. ¿Has sido "Dulcinea" alguna vez?