


Anda, desanda...
Encuentra el camino y desándalo. Desanda el camino y encuéntralo. Camina el camino y no lo desandes; total, no sirve.
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"[...] Puede que no haya mayor fortuna que ésa, ni mayor regalo que el que te permitan hacerlo [...]".
“[…] No sé luchar contra el amor” cantaba el bueno de Camilo Sesto en aquel temazo. Joder, sí, qué temón, y qué momentos de gloria y afonía en los karaokes nos ha dao. Yo, humildemente, adapto la letrita a algo con menos lustre y 80 peldaños por debajo de la prosa poética de Sabina: “[…] No sé luchar contra las expectativas”.
"[...] Después de aquella excitante y surrealista cita (creo que solo para mí), el vestido quedó en un lado del armario, sin molestar ni ser molestado. Un estado de armisticio permanente, no firmado, pero tácito y duradero. Hasta que un día de noviembre, allá en 2013, abrí el ropero buscando una prenda nueva y mis ojos lo miraron [...]".
"[...] Lo que viene siendo cuando jodes o te joden (si Cela puede, yo también) al apagar la luz ajena para que brille la propia. Lo que viene siendo hacer la púa; empujar al otro pa poder salir en la foto; tocar las pelotas [...]".
"[...] Hoy, a mis casi 30, mi nariz grande, mis pechos pequeños, mis huesos salidos, mis neuras; mis miedos, mis venas hinchadas van conmigo. Son como Somoza: “un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta” (Roosvelt). Hoy, a mis casi 30, soportando mis cosas buenas (que son las que más me pesan) pienso que molo [...]".
"[...] Pero, incluso, cuando estás de crack, digo, de angustia hasta las cejas, cuando el miedo al miedo te come, cuando la preocupación terrible por algo venidero (nunca tan fiero como lo pintas) hace de ti un lugar difícilmente habitable, incluso ahí, puedes convivir con ella. Es un mecanismo tuyo; uno que tú puedes manejar. Bueno, ahí estamos [...]"
"[...] Suenan pasos allá, a lo lejos. Sus lenguas convulsas se afanan en perderse entre las bocas y los pechos. Las manos escondidas abajo palpitan. Se pegan a la puerta para no ser vistos pero los pasos se pierden en la escalera que sube, justo encima. Salvados. ¡Buf, qué cerca estuvo! [...]"
"[...] Vaya, pensé que yo era la única que escribía misivas deshechas por los intros del teclado. Misivas que no llegan a ningún lado, si acaso, tuercen la esquina, toman aire y vuelven al hogar. Negro sobre blanco mejor que fuera, delinquiendo. Pero no lo tengo tan claro [...]".
"[...] Los cuerpos se mueven, fuerte y despacio; fuerte-fuerte-despacio, como una partitura bien tocada. Como un fox-trot de sexo ocasional [...]".