


Parte de la mini-historia "Bob y Gertie atraviesan el pórtico del mundo imaginario y Albert y yo nos embarcamos en una aventura hacia el mundo real por capturarlos de nuevo".
-¡Y ahora, los niños empiezan a correr!... se oyó la voz de un joven que gritaba en medio del gentío, como si de un policía se tratara.
-¡Mamás, cuiden bien a sus niños!- clamó luego una señora en medio del público como si estuviera completando su oración.
Las teclas del piano mágico de Albert habían comenzado a centellear. Bob y Gertie por fin reaccionaron, pero era demasiado tarde como para que alcanzaran la compuerta de salida para poder huir: el agua había empezado a ascender. Aunque no sabía de dónde provenía, sabía que eso iba a ser suficiente para detenerlos, ya que no eran buenos nadadores. Albert y yo tampoco, pero sabíamos que podíamos detenerlos a tiempo antes de que pudieran llegar a la puerta de abajo.
El escenario ahora era casi surrealista: yo, tratando de bucear a través del agua límpida y verdusca, intentando alcanzar a Bob y a Gertie, quienes eran mucho más lentos que yo; y Albert, en una esquina de la pecera gigante, quien continuaba casi bajo hipnosis tocando el instrumento de teclas. Al principio creí que era por la naturaleza de nuestros cuerpos deslizándose por entre el agua que el tiempo parecía alentarse con cada movimiento; pero era más bien debido a la melodía tintineante que Albert acaba de producir. Eso lo noté cuando las personas que gritaban alrededor y los niños que daban golpes al cristal comenzaron a detenerse de manera gradual, hasta finalmente congelarse. Todos y cada uno de ellos, cerca y lejos de la pared de vidrio mediante la cual contemplaban el “espectáculo”, habían quedado inmóviles, gracias a la música de Albert. El agua también había terminado de subir. Sin embargo, Albert terminó de tocar cuando todos estuvieron quietos, y no cuando yo hube de alcanzar a Bob y Gertie. De hecho, entendí que eso hubiera sido casi imposible, y supe que Albert tenía otros planes.
Albert soltó su teclado para que este flotara libremente en medio de la columna de agua, mientras se abalanzaba nadando grácilmente hacia donde Bob y Gertie. Lentamente, Gertie, con su cuerpo como de ameba, volvió a extender sus brazos para abrir la compuerta de la pecera, abriéndole paso a Bob con su cuerpo delgado y más fino. Escaparon. Pero Albert llegó a la puerta antes que yo, tras ellos. Finalmente, ambos nos deslizamos a través del tubo algo retorcido y de color morado que daba hacia afuera del acuario.
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Introducción para la mini-historia "Bob y Gertie atraviesan el pórtico del mundo imaginario y Albert y yo nos embarcamos en una aventura hacia el mundo real por capturarlos de nuevo".
Incluido en la tarjeta de regalo menos convencional de todas.
Poema incluido en "la tarjeta de regalo menos convencional de todas".