


Aquí,
donde los días de tormenta
se entremezclan con los sonidos
y los relámpagos se confunden
con las maletas de los jóvenes
vastagos salvajes de la vida
e insensatos soñadores
trotando
por el asfalto
en busca de más rugidos a los que
confundir.
Uno solo,
un solo relámpago que quiere no ser confundido
y de mientras,
uno de los ángeles sin alas que por ahí circula con su maleta
roñosa
se ríe bajo su paraguas
de su (in)digno adversario
con tal fuerza,
que todo enmudece.
La lluvia,
solo,
le acompaña.
oigo despertar
una vida indomable
en los espacios que separan cada gota de lluvia
y el enorme rugido
que nace en la garganta.
y comenta
-
Precioso, con mucha fuerza, me ha encantado!
-
Bueno, esto es todo lo que queda cuando acaba el curso. Recoger los últimos libros que no cabían en la maleta y decir adiós.
Un muro que nos ciega... y decirle adiós a la vida, lentamente. Lo pongo en amor, porque es lo que el protagonista pierde, pero porque es lo que le falta desde siempre, y porque en el fondo, todo, todo trata de tenerle amor a la vida, pero bien podría estar entre realistas, reflexiones o incluso en terror, dependiendo de lo alto del muro.