


Un amor juvenil venciendo obstáculos y al tiempo.
DESPUÉS DEL DESAYUNO
Justo cuando ella mordió el croissant y tomó un trago largo de capuchino, Roberto pasó su mano por la mejilla de Cris, la hundió en el cabello sedoso, llegó a la nuca y la atrajo hacia él. Ella tragó el pedacito de croissant y abrió los ojos con sorpresa y los cerró cuando la mano de él se hizo caricia sobre su oreja y sintió la respiración masculina cerca de su boca.
La besó. Y todo se esfumó a su alrededor. Quedaban ellos, sentados, frente a frente, las bocas unidas, el gusto del capuchino mezclándose, las frases inconexas que eran susurros excitantes, flotando en el aire como si fueran una música inédita que se les metía en el alma.
Tantos años después, sus almas volvían a encontrarse, sus cuerpos ya viajados por el mundo y por tantos días, se reconocían. Eran de nuevo un muchacho y una muchacha, recostados en la puerta, amparados por la penumbra amiga, buscándose en el beso, inventando caricias prohibidas por encima de la ropa, llegando al límite y muriéndose de ganas, muriéndose para pasar la frontera y explotar en un mundo hasta entonces apenas imaginado y nunca alcanzado.
Se besaron y el mundo desapareció, se hizo humo. Estaban los dos allí, solos como nunca, como siempre habían deseado, como siempre se les había negado. Eran libres. Adultos. Hambrientos de amor.
Cris, decidida, se levantó y él fue junto. Antes de entrar al dormitorio, él la tomó por la cintura, la hizo girar, la recostó en la pared, la dejó sentir su cuerpo apretándola un poco y la besó con una pasión antigua, con un deseo que ya no podía ser represado, ignorado o evitado.
- Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero...! – murmuraba Roberto mientras la devoraba a besos. Y ella sentía que la sangre corría más fuerte, que sus sentimientos eran caballos enloquecidos corriendo por las praderas inmensas de su ser. Lo deseaba, lo quería, lo había esperado sin saberlo por todos aquellos años.
Cris se dejaba hacer. Estaba navegando por mares desconocidos, allí estaba el muchachito transformado en hombre, descubriendo la mujer que todavía llevaba dentro a la muchachita enamorada, inocente y llena de ilusiones.
Entraron al dormitorio y ella temblaba como si fuera una niña, como si nunca hubiera estado en una situación similar. Cerca de la cama, apenas iluminada por una pequeña lámpara, él la detuvo y lentamente la comenzó a desnudar, besando cada pedacito de piel que se asomaba a su mirada hambrienta. La dejó solamente de bombachita y sostén. La besó. La besó otra vez y otra vez. Ella lo detuvo un instante y empezó a desnudarlo, poco a poco, con una sonrisa tímida que embellecía aún más su boca de mujer hermosa. Lo dejó solamente con el calzoncillo y pudo notar el tamaño de su excitación, lo que la perturbó y agradó al mismo tiempo.
- Esperé mil años por este momento – susurró Roberto, mientras la liberaba del sostén. Él la miraba maravillado. Acercó su pecho peludo hasta sentir el suave contacto de la piel femenina, los pezones duritos tocando su piel de hombre curtido. Entonces, la besó. Y ella perdió la noción del tiempo y del espacio. Fue como un vendaval de emociones que la cercó, levantó y la dejó caer en la cama, desnuda, pronta, esperando por el hombre que venía del siglo pasado, para terminar lo que nunca había comenzado.
Cris cerró los párpados y lo sintió plenamente. La boca de Roberto dibujaba locuras en su piel, exploraba sus recodos más sensibles, la elevaba a la cima y la derribaba en una dulce sima, en un mar de increíble placer, donde se zambullía sin miedos, dueña de su sensualidad, de su cuerpo y de su gozo.
Ella supo devolver el cariño y dar mucho placer. Los años no habían pasado en vano. La vida le había enseñado como retribuir y como transformar minutos en siglos de placer.
La mañana se deshizo en locuras de amor. Cuando se dieron cuenta, ya pasaba del mediodía. En algún momento, después de tanta insania amorosa, se miraron a los ojos, como dos chiquilines enamorados y empezaron a reír, felices de estar vivos y de no haber perdido la chance de unir sus soledades.
El mundo parecía mucho más hermoso.
y comenta
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La realidad supera la ficcion ...¡Bárbaro! cuánta pasión, deseo, erótismo en sólo cuatro minutos. Se me hizo corto el relato. Ha sido un placer leerte antes de ir a dormir.Hermoso, Carlos. Mucho. Mis saludos.Nunca es tardde djo Florentino Ariza, je! Buena inspiración Higgi, como las descripciones de la liberación de los personajes.
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Relato escrito en conjunto con mi querida amiga Yazmin Schwery Rivera. Incursionamos un poquito en el género erótico.


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Lectura, cine, deportes. Tengo algunos libros publicados en español, portugués e inglés, pero sigo aprendiendo todos los días. Descubriendo que cada vez sé menos.