


Los protagonistas son de la tercera edad...
Le tengo que contar algo, hoy la vi, salía del tren con un tumulto de gente casi todas mujeres, vi rubias, morenas, altas, bajas, delgadas y no tanto, y usted entre ellas iluminaba el andén con su pelo desordenado y su pinta de artesa cuica, deseé que me viera, iba absorta en la música con sus auriculares... trate de imaginar que música escuchaba... en un arranque de romanticismo irracional pensé que la misma que yo, la seguí con la mirada hasta que bajó el último peldaño de la escalera, ese día perdí el tren, pero sabe me levantaré todos los días media hora antes tan solo para verla pasar, hoy coincidimos en el mismo vagón, usted se sentó en frente de mi, latía tan fuerte mi corazón que pensé que usted podría llegar a escucharlo, me paralice de vergüenza, claro usted jamás levantó la vista, solo cuando bajo, por un segundo nuestras miradas se cruzaron, por un momento creí que reconocería, pero no fue así. Sabe que este es mi problema, he luchado toda mi vida con la timidez. Pero aquí en la soledad de mi diario puedo expresar todo mi sentir, decirle por ejemplo que ese libro que usted lee ya lo leí dos veces, que esa forma que tiene usted de levantar la ceja cuando lee, me produce mucha ternura, que me dan ganas de besarle eso labios rosados maravillosos, que me apasiona su forma de vestir, hoy lleva la misma ropa que el día que la conocí. Hay días que me preparo toda la mañana para hablarle, pero cuando la tengo cerca soy una maraña de nervios y no soy capaz de articular palabra. Ayer estaba tan cerca de usted que pude escuchar su música, le gustan los boleros igual que a mí,
En mi desesperación invento cosas para llamar su atención, llevo el libro que usted lee bien a la vista para ver si usted lo nota, también escucho los boleros a todo volumen y dejo colgando un auricular para ver si usted lo escucha, nada de eso logra llamar su atención.
Quizás un día pierda la timidez y le regale una flor, una margarita le vendría a su pelo blanco...
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