


Donde las rosas silvestres crecían en el reino de los sueños, epopeyas olvidadas con la agudeza de espinas severas, con una belleza que se convertía en sangre.
Donde las rosas silvestres crecían en el reino de los sueños, epopeyas olvidadas con la agudeza de espinas severas, con una belleza que se convertía en sangre. Donde las rosas rojas florecían reflejando en cristales de la tierra, absorbiendo el amanecer ardiente sobre el anhelo de pantanos interminables. Se dormían bajo el susurro de las noches, revelando más fuerte en los pétalos la ventosidad pasando de los días, cansadas de discursos apasionados. Su salvajismo se manifestaba muchas veces en el vacío como un elixir para los ojos, su aroma era mágico. ¿Por qué, corazón, te has encogido, guardas el silencio, no cantas? Allí, en la hierba, encima de los acantilados escarpados, un color ardiente penetraba en tu carne, conjuraba, dejándote exhausto, rodeándote sin piedad sobre el abismo. Allí, en la última de las baladas dulces, buscabas tu jardín perdido, donde un arbusto brillante de rosas animadas había brotado entre las piedras grises.
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¡No sufras! ¡Vuela lejos de aquí! La noche ha enviado sombras para ti.
La fortuna flotaba desnuda sin vergüenza, penetrando las ciudades desde las oscuridades distantes.
Donde las rosas silvestres crecían en el reino de los sueños, epopeyas olvidadas con la agudeza de espinas severas, con una belleza que se convertía en sangre.
El muelle distante está cubierto de cenizas y polvo. ¿Dónde están tus alas que yo dibujaba? ¿Dónde están tus canciones en la rumorosa rebelión de los ríos? ¿Dónde estamos juntos?
Yo lo consideraba como mi amigo y un día, le confesé que era gay.
La lluvia llora, y yo también lloro junto con ella y con un violín de un músico callejero a la entrada del metro.
Me parecía a mí mismo un colchón enorme y grueso del que sacaban el polvo. No sentía ningún placer, sino solo dolor en el culo. Pensé: «Soy un extraterrestre, no me da placer nada, ni el sexo tampoco...»
La reina de las nieves pintaba patrones en las ventanas, y nosotros aprendíamos a reflejar estos patrones en nuestros álbumes.
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