


El mañana nunca llega... nunca me toca, solo lo observo desesperado a lo lejos, lo ansío. Esos minutos de felicidad que solo llegaban con un sollozo, ya desaparecierón. Las lágrimas reprimidas en mí, que nunca podrán salir están tatuadas en mi conciencia. Solo lo necesito, aunque sea el más mínimo toque de la voz del silencio... lo espero, desesperado... el vacío interior que tanto anhelo, ese espacio gris que tanto espero... sin la amargura que me produce, lo espero.
No puedo vivir... no se puede seguir con este agudo dolor que se clava en mi mente, solo lo observo con mi imaginación abstracta... atormentado por la amargura de una mirada triste, una mirada que refleja lo más hermoso de mi ser... sé que está ahí... esperando a que lo rescate.
Sabe que lo necesito... sé que está en mi corazón, en las más profundas tinieblas de mis alegrías se encuentra ese silencio, esa voz, ese vacío, ese mar de oscuridad infinita que necesito para callar esta agonía que no para de susurrarme al oído.
Lo deseo, lo anhelo, lo extraño…
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