


Tuve un accidente de moto...
Todo fue instantáneo, casi mágico. Un estruendo y salgo volando. Y en esas décimas de segundos que estoy en el aire, veo cómo un coche rojo se empotra contra un escaparate y se arruga como un acordeón. La luna quedó convertida en una inmensa tela de araña. Y un maniquí, con tres pétalos de rosas de sangre en la cara, que parecían lágrimas de carmín, quedó destrozado.
No fue tan duro el impacto contra el suelo, o eso me pareció a mí. Cerca de mi cabeza, giraba, a una velocidad endiablada, una rueda de la Kawa que montaba. Supe desde el primer instante que había tenido un accidente muy grave. Pero lo que más angustia me produce es un humo invisible que me asfixia, que me enyesa los pulmones. Como si una gran mano me apretara la garganta. Un hombre vestido de rojo con bandas amarillas, me quitó el casco. Las sirenas de las ambulancias resuenan como golpes de gongs en mi cabeza. Todos vienen en bandadas, como pájaros, a comerse las manzanas que compré en el mercado. Tengo una herida en un costado, abierta como una sandía. Una joven muy hermosa, se agacha junto a mi cara, acerca sus labios a los míos, y me besa. Sopla fuertemente aire de sus pulmones a los míos, diciendo con voz cálida:
-Respira... Vamos, respira...
La obedezco y respiro. Su beso me ha salvado la vida.
y comenta
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Esos besos son los que se recuerdan. Bárbaro y divertidoBuen texto. El narrador tuvo suerte de que fuera una mujer hermosa. Ahora entiendo por qué muchos accidentados mueren cuando la respiración boca a boca la hace un policía. Así quién no va a querer morirse. Felicitaciones por el texto.Muy realExcelente Marcial, excelente... Tus historias enganchan. :)
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Dice una canción de Rubén Blades: Si naces para martillo del cielo te caen los clavos.
Un caso más sobre abusos deshonestos cometidos contra niños, por personas consideradas por éstos como referentes.