


ilusiones y fantasmas
Era un sábado soleado y templado, que se iría poniendo más caluroso a medida que avanzara la hora. Yo estaba entusiasmado porque me preparaba para ir al club donde me reuniría con un grupo de chicas y chicos. Ese enero de 1972 había cumplido diecinueve años y tenía la ilusión de una vida futura, sentía que recién comenzaba todo y se me abrían incontables y desconocidas oportunidades. Con este anhelo me encaminaba hacia el club donde todos los sábados pasábamos el día bajo los árboles, tomando gaseosas y comiendo sándwiches, alguno traía una guitarra y cantábamos todos juntos las canciones que se escuchaban en la radio. A veces jugábamos al vóley, o peloteábamos, algunos iban a la pileta para nadar un rato, algo que yo no hacía porque no me resultaba atractivo estar en el agua con mucha gente alrededor. Ese sábado me acosté de espaldas sobre el césped mullido y me quedé contemplando el cielo, algunas nubes blanquísimas pasaban lentamente, todo era tan confortable que por un segundo pensé que posiblemente la felicidad fuera así. Exageraba por supuesto; tanta comodidad me fue dando modorra y así arrullado por el murmullo y los sonidos del ambiente me quedé dormido.
Soñé con cosas que jamás habría imaginado, por ejemplo: soñé con el retorno de un gran líder, que llegaba después de un largo tiempo, soñé con un pueblo que vivía aquello con alegría, todo era luminoso y esperanzador, aunque eso fue efímero, poco a poco todo se fue enturbiando. Soñé con sótanos oscuros, con gritos de dolor, con cuerpos lacerados, con poblaciones enteras aterradas. Soñé con un triunfo deportivo manchado con la sangre de muchas personas. Soñé con una guerra absurda, como todas las guerras, pero esta fue absurda de toda absurdidad. Soñé con un amanecer nuevo y la disipación de la niebla asfixiante que había cubierto todo un largo tiempo. Soñé con la reaparición de una realidad más amable. Con otro triunfo deportivo ahora sí, legítimo y digno. Soñé con altibajos, momentos duros algunos y otros más confortables. Soñé con el fin de una utopía. Soñé con dos momentos muy próximos entre sí, de dolor y muerte, ambulancias, escombros, bomberos, llantos y pérdidas. Soñé con falta de justicia. Soñé con un acontecimiento imprevisto y catastrófico de alcance global que cambiaba al mundo para siempre. Soñé con personas que lo perdieron todo por la imbecilidad y avaricia de algunos poderosos sin honor y sin honestidad. Soñé y soñé, mientras entre sueños escuchaba a mis amigos charlar, reír y jugar. Soñé que deseaba despertarme, pero por alguna razón no podía. Quería advertirles a mis amigos que la vida apacible que llevábamos estaba amenazada, quería decirles que tendríamos que cuidarnos, tomar precauciones. También soñé que lo vivido hasta el momento, no era tan apacible y maravilloso como creíamos, porque el pasado y el presente eran fluctuantes como lo son todas las épocas. Continué allí acostado sobre el colchón de hierba fresca que me brindaba un alivio al desasosiego del sueño sumamente vívido y concreto.
En mi febril inconciencia sentí que me sacudían para despertarme; abrí los ojos y vi que me rodeaban unos jóvenes a quienes no conocía. Me preguntaron si estaba bien, contesté que sí, que solo estaba soñando. Me dijeron que estaban preocupados por ver a un hombre de mi edad caído en el pasto. Miré mis manos arrugadas y supe que no había sido un sueño.
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Muy bueno Horacio. Estoy casi seguro que al despertar y ver la realidad hoy en tu país, cerraste muy apretados los ojos y te lamentaste de haber despertado.Muy bueno Horacio. Estoy casi seguro que al despertar y ver la realidad hoy en tu país, cerraste muy apretados los ojos y te lamentaste de haber despertado.hola Francesc, lo leeré, la apuesta ya lo leí y lo comenté. Gracias Beto muy amable tu comentarioSaco mi sombrero y de pie APLAUDO Disfruté tu relato. Gracias por compartirlo. Shalom desde Israel, amigazoEspero que me leas. Este relato LA APUESTA, me lo contaba mi abuela cuando yo era pequeño, y me impresionó. Si quieres también puedes leer QUIERO UN NOVIO, que tiene dos capítulos y es totalmente diferente. Es un reflejo de cómo eran hace unos años algunas chicas de mi país. Supongo que en la actualidad el recuerdo de Evita Perón está casi olvidado. Cuando ella y su marido vinieron aquí en España, Paquito (Franco) iba tras ella como un bobo, y su mujer Carmen ehaba chispas. Me enantan tus relatos.cierto Ana. Yo igual siempre sigo soñando y creo que en algún momento la inteligencia o la necesidad nos dara la clave para ser mejores en todo sentido. SaludosHoracio, no hay que que perder la esperanza...seguiremos soñando, aunque ya no creamos en los sueños. Me gustó tú relato, es una realidad íntima. Gratos saludos.Gracias Francesc, la voy a leerVuelvo a ser yo Horacio. Te recomendé en su día, y lo vuelvo a hacer, que me leas el relato LA APUESTA, que es de terror, que sucede en una población de la provincia catalana de Lérida, pero luego, esta misma historia la vi en la serie televisiva DIMENSIÓN DESCONOCIDA, pero adaptada al viejo Oeste americano, interpretada por Lee Marvin.Estupendo Horacio. Siempre me has parecido un escritor muy diáfano y positivo, a pesar de los pesares. El sueño del protagonista revela un querer volver a empezar, porque ve a su presente horrible. No creo en los líderes salvapatrias, porque se endiosan, se vuelven crueles y dictadores, que al final les importa un comino el pueblo. Una vez, una chica cubana me dijo que a Fidel lo tenían por un dios, y la cosa es desastrosa. Aquí todos aspiramos a unos eficaces gestores sin ideoligía, que administren bien, y con una Jussticia independiente. Pero ya sé que esto es mucho pedir.
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una historia infantil


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Soy psicólogo social y docente jubilado, el 20 01 2022 cumplí 69 años.