


Dios me hizo con el don de la palabra, bueno quizás mis padres pusieron de su parte...
Dios me hizo con el don de la palabra, bueno quizás mis padres pusieron de su parte... De todas formas aquí estoy en este mundo de voces, colores y gentes.
Vago sin rumbo cuando no sé que hacer, sufro cuando hay un momento de vacío en mi vida, cuando tengo por delante horas muertas y no he conseguido anticipar lo que haría...
Llegado a ese punto de confusión me asaltan todas las dudas... ¿Qué hacer?. ¿Dónde ir?. ¿Merece la pena?...
Si a este estado caótico le sumo un creciente dolor de cabeza... Me encuentro en medio de un ataque de pánico... que dura lo que tardo en decidirme que hacer...
Sólo necesito subirme a mi moto y dejar que la carretera me relaje, que vacíe mi cabeza de pensamientos negativos, de dudas existenciales que no tienen solución porque son absurdas...
Tendría que lograr ese mismo efecto relajante cogiendo mi bolígrafo y dejar que mi mano trace letras a letras mis pensamientos sobre el papel de esta libreta... Que los demonios que me asaltan y atormentan queden atrapados entre las líneas de esta hoja como los barrotes de una celda retienen al preso encerrado...
Me duele la mano... la falta de costumbre... Escribo poco y lo poco que escribo son mis pensamientos, mis dudas y tormentos, pero es la única manera que he encontrado de librarme de ellos... por ahora...
Fin
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Buena reflexión de la que cada uno puede sacar sus propias conclusiones. Escribir es una gran vía de escape, y conforme uno se va haciendo mayor, las manos se acostumbran, y los dolores callan bajo el influjo de las palabras.


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Soy un currante de oficina, hago manuales de productos sin alma, pero es un trabajo que me da de comer, pago facturas y me permite vivir cada día pendiente de si el cielo caerá sobre mí... A parte de mi profesión, mi afición es escribir relatos donde dejar volar mi imaginación con tendencia a la ironía... Llevo publicados ocho libros en Amazon. Saludos cordiales, Rafael Núñez Abad