


Esta es la historia de Li Xau, el inmigrante oriental que no se quería.
Li Xau dormía cada noche en un castillo de cartón de marca blanca. Aunque cuentan sus vecinos que a veces lo hacía bajo cartones con el logotipo de unos grandes almacenes de la Gran Manzana.
Cuando despertaba se hurgaba la nariz con la larga uña del dedo anular. El índice, más corto de nacimiento, lo usaba para rascarse las picaduras de las pulgas y la superloto.
Los pasillos de su hogar estaban esculpidos a escaparates. Se quedaba embelesado ante ellos hasta que su mirada se cruzaba a través del cristal con la del encargado de la tienda, que sin palabras le gritaba:
- “¡Vete a otra avenida, nos ahuyentas a la clientela!”-.
Cada tarde pasaba por la librería de la 26. La puerta estaba siempre abierta. Dejaba las bolsas de plástico en el suelo y se balanceaba bajo el umbral hasta alcanzar con sus ojos ligeramente achinados la estantería de libros de cocina asiática. Contemplando las portadas, repletas de canastos de bambú a rebosar de arroz y noodles, se sentía más cerca de casa.
Pero había noches en las que el pequeño vagabundo oriental lloraba. Anhelaba su vida en China, cuando era ladrón de woks y se quería.
y comenta
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Muy bueno. Me encanta.
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Néstor cree haber encontrado la solución a todos nuestros problemas. Quizás estamos ante las puertas de la bendita felicidad y aún no lo sabemos. ¡Descúbrelo!
Es de buen nacido ser agradecido. Así se lo enseñaron en la escuela y así es como lo pone en práctica la agradecida protagonista de este microrrelato.
Los amores tóxicos nos destrozan, nos desarman, nos anulan. ¿Lograremos alguna vez desengancharnos de ellos? Los que lo han conseguido cuentan que de vez en cuando la nube de vapores tóxicos no les deja ver el camino.


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La Hescritora escribe microrrelatos hilados con pedazos de ella y de otros (sin su permiso) aderezados con ironía y locura cuerda. Sin duda, el desamor, la pérdida y la incertidumbre son los motores que la empujan a cometer las locuras literarias que la consagran como la mejor escritora de su mundo, un mundo en el que la palabra 'escritora' se escribe con 'h' y no es muda. ¡Descúbrelo!