


Me acerqué por detrás, tapé sus ojos y empecé a besar su cuello. Estaba caliente, incluso húmedo. Mis labios creyeron internarse entre los recovecos de su ser, pero rápidamente puso freno a mi intento de ir más allá. Me apartó, con desdén, y se dio la vuelta. Sus ojos negros se quedaron frente a los míos, no supe que decir y ella tal vez tampoco. Sonreí, pero una risa incómoda, forzada. De esas que sacas cuando las palabras no son capaces de fluir entre tus dientes. Ella por su parte, gesticuló inclinando su cabeza hacia el lado izquierdo. Creí oír un cierto deje despótico en su voz, pero no fueron más que imaginaciones mías. Quise preguntarle por qué, si había hecho algo mal o si existía razón por la cual sentir asco hacia mi. Pero no pude.
Me contuve. Aunque fue un momento, tan solo un instante antes de sentir sus brazos rodeando mi cadera. El pecho se acercaba peligrosamente, sentí su abultada sutileza contra mi torso caliente, y antes de poder darme cuenta, sus labios atraparon los míos en una cárcel de la que ojalá no me dejasen salir. Ambas lenguas juguetearon unos segundos, y tan repentino como entonces ella me volvió a apartar. Juega conmigo, lo hace a sabiendas y yo lo permito. Me siento impotente, porque me gusta. Me place hacerlo, siento que su amor me esquiva, pero el deseo es tan grande que tumba la razón con tímidas acometidas.
Ladea su boca. Ya no siento sus brazos. Sonríe, pero es una sonrisa algo más arrogante. Siento que no estoy a su altura. Ella disfruta con tenerme, ese gozo de que me plante allí delante, sin más que mi cuerpo desnudo. Ante el suyo. La perfección atorada en mi mente. Me envuelvo en un halo de inferioridad.
Y resguardo la idea de que en cierto instante, volveremos a fundirnos en un beso que cruzará la frontera, pero no es así. Se da la vuelta y su femineidad me abandona.
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Mecánico, sin personalidad, escribir es pocomuy bueno, un abrazoBuen texto-Muchísimas graciasExcelente relato. Felicitaciones
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