


A veces se desata una tormenta en el subconsciente más inesperado.
En la tierra del poeta hay desvelos de vino dulce
en la soledad de la madrugada,
cuando la luna viste de nubes
engalanada.
En la tierra del poeta pasea una melena dorada
dibujando piruetas al pasar.
Pero es tan deseada
que sólo lo contó al mar.
Recitando en pergamino
con más poesía que gloria.
Deseando que la lluvia
descienda por el camino,
arrugue el papel y acabe
impregnado en su memoria.
En la tierra del poeta pasea un niño
que huele
el olor a chimenea,
contemplando el campanario,
y a las palomas que vuelan
cuando anuncia la gran campana
que el día se va por las buenas.
Pero otra vez la melena
convierte al niño en poeta.
Cuando los ojos taladran su tiempo
si esquivos osan rozarle,
porque su suave sonrisa
le desgarra al mirarle.
¿Acaso la luna engalanada
no inmiscuye a la Tierra
en el dolor de mil guerras,
con tan solo mirarla,
por ser tan bella y plateada?.
y comenta
-
Este relato no tiene comentarios
-
Este relato no tiene valoraciones
-
Cuando se vive al borde del apocalipsis es fácil confundir la realidad con los miedos, lo anhelado con las pesadillas y lo sufrido con los sueños.
Como una dulce pesadilla. Como la ebria embriaguez. La locura de lo que de repente te araña las entrañas.