


Uno de esos mil ocasos en que
mi alma dejó el trémulo capullo
nace en mí una epifanía leve.
Claroscuros revolotean tras
un prisma opaco, meciéndose
entre sinuosidades nocturnas.
No recuerdo bien la sensación,
pero el cuerpo en carne viva
aún solloza con ese estímulo.
...
Los murciélagos errantes
armonizan una oda que
poco a poco se pierde.
Y la luna llena manda
arcángeles en forma de
lámparas y luciérnagas.
...
Y sé que esta noche
es la procesión
de las bestias.
Y sé que esta noche
Marchan los
demonios del miedo.
Y sé que en esta noche
hay mares y arenas
rutilando en tesoros.
Que de este carruaje
autómata no soy
el único pasajero.
...
Un respingo, un susurro.
Vuelvo a cerrar los ojos
pensando en estrellas.
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La flor que crece tras la adversidad, la flor más bella de todas. (secuela a "príncipe de espinas")