


La vida es como un gran grano de pus que va creciendo, y que hay que curarlo a tiempo, no vaya a ser que explote y te manches por completo; y es que hay manchas que nunca salen del todo. No hay productos para hacer desaparecer un enorme problema, en cambio cada grano tiene siempre un buen tratamiento que lo hará evaporarse en unos días; y puede que incluso sin dejar huella.
Tengo un grano al que he llamado Marta en honor a una antigua amiga con la que estuve involucrado sentimentalmente, o al menos eso creía yo; y es que para ella sólo fui el convidado de piedra que le acompañó durante unos meses, semanas, días, quizás horas.
-Seré lo que quieras, cambiaré por ti-le digo en forma de suplica.
-¡Otra vez haciéndote la víctima!-me dice hostilmente.
Caigo en un error imperdonable, ya no consigo ver el norte, y estoy cansado
de pedir respuestas que no quiero entender. No estoy capacitado para razonar,
sobretodo porqué sé que he perdido los papeles. Noto que ya no
importan mis palabras, y sólo hay hechos que han marcado la relación
con un triste final.
Ojalá todo fuese tan sencillo como entregar unas llaves de un piso que
dejaste. Pero no, todo se complica y se oscurece hasta tal punto que no puedes
mirar y si lo haces, no te atreves. Estás pagando facturas de cosas que
no utilizas, y todo es un gasto continuo. Y tus latidos sufren el acelerado
ritmo de un odioso mundo del que no puedes salir vivo, y ahora esperas el milagro
de la muerte; pero te sabe mal porque siempre dejas cositas que han merecido
la pena, la tristeza te invade.
Tengo granos, mis amigos no.
La puerta no tiene cerradura, y de ningún modo se puede abrir.
-Permanezcan a la espera, no se muevan de sus puestos asignados-escucho una
y otra vez saliendo de un altavoz.
Ojalá hubiese naufragado para apartarme unos años de la humanidad.
Aprendería a vivir conmigo mismo, y eso es algo que no sé.
Tengo granos, y tardarán en curarse.
La plaza de al lado de mi apartamento está masificada, un conocido director
de cine la utiliza como único escenario para rodar su película.
Casi toda la historia transcurre aquí, en esta plaza donde la he besado
un centenar de veces.
Tengo granos, nadie me mira.
Voy buscando un poco de placer, y piso falsamente por miedo a dejar frondosas
huellas que puedan despistar mi ansiada búsqueda. Alguien grita desde
el fondo de la calle, y sigo corriendo para no detenerme y ver algo que me pueda
dañar.
Mi pensamiento se reduce al silencio, pero es un silencio hablador que dice
mucho más que cualquier palabra.
¿Cuántos días contiene toda una vida?.
Tengo granos, debo irme antes de que pasen los días y siga sin curármelos.
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