


Es sin duda el coraje a seguir lo que nos impulsa a la vida a pesar de todo.
Hay que ser valientes. Sin dudas es una expresión muy general, pero no por eso menos cierta.
Hay que ser valientes para salir del vientre tibio y protector de nuestra madre hacia un mundo desconocido, lleno de luz y ruidos.
Más valientes aún para dar nuestros primeros pasos, temblorosos, hacia lugares inciertos, para estrellarnos más de una vez contra el duro piso circundante.
Debemos ser valientes cuando soltamos la mano de papá y mamá el primer día de clases para comenzar a sociabilizarnos, con maestras y amigos que jamás vimos antes, respetando reglas y normas que en nuestro dulce hogar no existían.
Que decir de la valentía de la adolescencia, ganar y conservar amigos invalorables, rendir exámenes en mesas terroríficas, y querer (como no hacerlo) cambiar a este loco mundo patas para arriba con nuestras dos únicas manos.
Debímos de ser valientes nuestra primera vez en el sexo, desnudar nuestro cuerpo y nuestra alma, con pudor, con miedo, sin saber que podría pasar o resultarle al otro. Sin saber si seríamos aprobados, complácidos...en fin, siempre hay una primera vez en todo que atravesar.
Hay que ser valientes para salir cada día de casa, al trabajo, a la facultad, a cumplir con lo que se espera de nosotros; enfrentando tareas, obligaciones y peligros de esta bendita sociedad en la que vivimos y somos parte.
Y habremos de ser valientes para dejar este mundo, el día que nos toque, con la certeza de que hemos dado lo mejor de nosotros a los que nos rodean, al mundo, sin importar el resultado obtenido, solo porque somos personas de bien, gracias a Dios y a nuestros padres.
Y debemos ser valientes, como siempre o más, para afrontar lo inesperado de la vida. Para seguir adelante a pesar de todo, para reir cuando la tristeza aprieta el pecho. Valientes para luchar aún cuando todo diga que es en vano. Valientes para bailar cuando la música sea fea, valientes para sonreir cuando por dentro brotan las lágrimas.
Valientes para enamorarnos a destiempo, cuando todo parece decir basta; por que en el fondo de nosotros mismos hay una pequeña llama que espera ser descubierta, que espera ser reencendida, que aún arde pequeñita esperando que alguien golpee su puerta, diga hola y se aferre al alma.
y comenta
-
Bonita reflexión.Gracias Alejandro y Fénix por sus comentarios. SaludosHay que ser valientes. Sin duda, leyendo el texto, te adivino como una de esos afortunados. A los que somos cobardes, sólo nos queda repetirnos esa frase como mantra. Muy interesante reflexión cargada de lirismo, Mirta.Gracias a todos, en especial a Néstor por su dulce comentario.Una reflexión realmente motivadora. "Debemos ser valientes, como siempre o más, para afrontar lo inesperado de la vida". Me encantó. ¡Enhorabuena Mirta!Gracias por sus comentarios. Todos uds. han subido relatos a este blog muy valorables, lo que hace que me sienta más halagada por sus opiniones. Abrazos...A veces hay que ser valiente hasta para enfrentarse a las cosas pequeñas. A mí también me ha encantado.Cada día es un acto de fe y valentía, cada gesto requiere de un mínimo de valor... no lo había enfocado así. Buen texto.Hay que ser valiente,seguro.Es la mejor apuesta.Linda reflexion.
-
Les presento con toda humildad (de verdad) la parte 2 del relato iniciado por Gustavo L: Ruiz. Ha sido un reto para mí salir de lo romántico, de hecho no tengo su maravillosa inventiva y creo que esta parte denota un toque femenino. Espero les guste, en especial a Gustavo. GRACIAS por la generosidad de compartir tu obra confiandolé el final a otro.


-
26
-
4.55
-
77
soy una habitual y constante lectora, de todo. Y una incipiente y simple escritora, de poco.