


tengo tanto amor por dar, tanta felicidad por compartir. / he aquí mi voz, fuerte para este canto
Habré leído tantos libros…
Descansaran tantos en estos estantes…
Y solo con mirar los ojos de las criaturas,
Los negros ojos profundos como el alma de los perros, las vacas y las aves,
Me pierdo en la decepción y la alegría de cuanto queda.
Queda un gran libro, nacido bajo el árbol primero.
Queda el altar, humilde y perdido
En el que descansa esa alma que ama cuanto el fuego hace arder.
Quedan los pasos hasta el horizonte, hasta el océano y su fondo.
Quedan las voces de los olvidados y los muertos retumbando en los bosques,
De árbol en árbol como las telarañas
Quedan las voces de los que fueron gritándose en silencio en imposibles nubes
Entre los que ahora quedan.
Queda, cristalino y lejano (a la vez que interno) el amor infinito como una sonrisa al sol
Que depositar en las almas vírgenes por nacer en los cuerpos que andan y corren y saltan hasta el infinito por este mundo abierto.
Los cuerpos y su interna esencia corren y se da prisa a escala
Por cruzar los caminos frondosos entre las briznas de hierba vivas y por muertas (por nacer otra vez)
Y llegar con ello al altar hecho de manos en la niebla, interno y cálido
De sangre y fuego
Donde descansa tanto amor por dar.
y comenta
-
Este relato no tiene comentarios