


La simple y llana realidad
Despertó mareado y confuso, sentía que su cabeza era una gran bomba a punto de explotar, su visión aún estaba borrosa y le costaba ponerse de pie. Empezó a palpar el piso helado a cada roce y poco a poco fue dilucidando que se encontraba en una escalera. Su visión comenzaba a mejorar, el lugar estaba oscuro y solo se distinguía una luz en la parte superior, a la cual, inmediatamente, se dispuso a seguir dando lentos y pequeños pasos sujetándose de la baranda.
Mientras caminaba, y su visión iba mejorando, intentaba recordar cómo había llegado hasta ese lugar, pero nada, ni una vaga respuesta ante lo que estaba sucediendo e incrementando las dudas con la sangrienta escena al final de la escalera.
Un hombre de delantal blanco, ya teñido de rojo, y otro completamente de negro con una pistola empuñada en su mano, yacían tirados en los escalones por los que aún escurría sangre. El impacto por lo recién presenciado lo puso a temblar, dio unos pasos para atrás, hasta chocar contra la pared y deslizarse para caer sentado en uno de los peldaños.
Cerró los ojos y comenzó a buscar hasta en los rincones más recónditos de su mente para poder recordar que había ocurrido, pero las memorias parecían haberse esfumado.
Comenzó a escuchar tenuemente las sirenas de los carros policiales que en un corto lapso de tiempo se transformaron en ruidos ensordecedores, y luego, en los pasos de lo que parecían ser una decena de personas subiendo por las escaleras.
Aún con la incertidumbre de lo sucedido se dispone a subir al piso más alto para intentar arrancar de una escena del crimen en la que parecía ser el único sospechoso. Al llegar a la azotea y ver que los policías ya le pisaban los talones, mira al frente, toma un respiro y realiza un salto con todas sus fuerzas de un edificio a otro, sin éxito y cayendo 80 metros hasta la vereda.
-Coooooorte!- aparece un hombre con un megáfono sentado y siendo elevado por un maquina -Otro más que cae por el precipicio, por el amor de dios! Si no es tanta distancia.- grita mientras tira el megáfono lejos.
-Nos queda solo un actor señor, quizás debamos volver al cine convencional- le dice el que parecía ser su asistente, mientras leía un papel que llevaba consigo.
-Si es necesario secuestramos a un atleta que logre saltar al otro lado, pero con esta película ganaré el Oscar que tanto ansío, cueste los actores que cueste-
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