


La celda del asesino
Suspense |
16.06.06
Sinopsis
Quedé atrapado en la subjetividad de mi oscuridad interior, día a día en esta celda aislada del mundo, trato de recordar los sucesos que me llevaron a encontrarme en este estado.
Fue tal vez mi miedo al mundo, mis ganas de vencerlo o esas voces interiores que me seguían a donde yo iba… es así que un sujeto, mató a otro y a otro y a otro más, completando una cadena que le llevaría a este estado. El sujeto obviamente soy yo.
El nombre de aquel personaje, es Vlad, simplemente así, aunque tal vez no me llamo así, él no se llamó así, tal vez nunca existimos nosotros, o solo yo o solo él, bueno, el punto es que el pudo haber soñado que hizo lo que hizo, o que soñó lo que soñó… eso, eso es lo que siento… que nunca existí y que ahora estoy sumergido en un mar de realidad y no en la falsedad cotidiana a la que nunca me habitué.
Con un revólver en la mano, Vlad mató a tres personas en un autobús, sin razón aparente, pero porque planeé tan perfectamente es asesinato, es decir, reuní a las tres personas que más odiaba en aquel vehículo público, a pesar de que ellas nunca recurrían a este servicio de transportación, por eso, me podré consagrar contándole a algún otro Vlad, mi historia, la historia de Vlad.
En lo más profundo de mi ser, sé que nunca existí realmente, o me di cuenta de ello, o tal vez nunca lo supe y ando equivocado, el retrato esquizofrénico de un asesino, que tal vez nunca fui, o que tal vez vive fuera de aquí, intenta mostrarse forzosamente a aquellas almas gozosas que se aglutinan alrededor de una ficción, sin darse cuenta que la vida misma es una ficción, una enorme aventura sobrenatural… por esa ceguera que sufrían esos tres, por eso los maté, a Fabricio Ramos, a Gabriel Ortiz y Margarita Ezquivel, por la mierda que eran, por lo enfermo que tenía su cuerpo… pero luego el juez me condenó a millones de años de cárcel, aunque siempre estuve encarcelado, sin poder sentirme libre ante este sistema opresor.
El sistema no importa, las ideologías no importan, la vida misma no importa, el relativismo absoluto me invade en esta celda, y le invade al asesino en esta celda, aunque siempre lo invadió de una manera subconsciente. El asesino es tan falso, que mintió en un aparte de este relato, de esta descripción, de estos sucios párrafos desesperados de un bandido ebrio…
Pero luego lentamente abro los ojos, y no se si estoy soñando o ya lo estuve, con otro nombre, en otro lugar, en otra realidad con otro asesino.
Fue tal vez mi miedo al mundo, mis ganas de vencerlo o esas voces interiores que me seguían a donde yo iba… es así que un sujeto, mató a otro y a otro y a otro más, completando una cadena que le llevaría a este estado. El sujeto obviamente soy yo.
El nombre de aquel personaje, es Vlad, simplemente así, aunque tal vez no me llamo así, él no se llamó así, tal vez nunca existimos nosotros, o solo yo o solo él, bueno, el punto es que el pudo haber soñado que hizo lo que hizo, o que soñó lo que soñó… eso, eso es lo que siento… que nunca existí y que ahora estoy sumergido en un mar de realidad y no en la falsedad cotidiana a la que nunca me habitué.
Con un revólver en la mano, Vlad mató a tres personas en un autobús, sin razón aparente, pero porque planeé tan perfectamente es asesinato, es decir, reuní a las tres personas que más odiaba en aquel vehículo público, a pesar de que ellas nunca recurrían a este servicio de transportación, por eso, me podré consagrar contándole a algún otro Vlad, mi historia, la historia de Vlad.
En lo más profundo de mi ser, sé que nunca existí realmente, o me di cuenta de ello, o tal vez nunca lo supe y ando equivocado, el retrato esquizofrénico de un asesino, que tal vez nunca fui, o que tal vez vive fuera de aquí, intenta mostrarse forzosamente a aquellas almas gozosas que se aglutinan alrededor de una ficción, sin darse cuenta que la vida misma es una ficción, una enorme aventura sobrenatural… por esa ceguera que sufrían esos tres, por eso los maté, a Fabricio Ramos, a Gabriel Ortiz y Margarita Ezquivel, por la mierda que eran, por lo enfermo que tenía su cuerpo… pero luego el juez me condenó a millones de años de cárcel, aunque siempre estuve encarcelado, sin poder sentirme libre ante este sistema opresor.
El sistema no importa, las ideologías no importan, la vida misma no importa, el relativismo absoluto me invade en esta celda, y le invade al asesino en esta celda, aunque siempre lo invadió de una manera subconsciente. El asesino es tan falso, que mintió en un aparte de este relato, de esta descripción, de estos sucios párrafos desesperados de un bandido ebrio…
Pero luego lentamente abro los ojos, y no se si estoy soñando o ya lo estuve, con otro nombre, en otro lugar, en otra realidad con otro asesino.
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Me gusta el enfoque. La reflexión del personaje es muy buena, podría ser el perfecto protagonista de un relato mucho más extenso. Me ha dejado con ganas de más...
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