Hoy, la primavera se enciende, pero no en campos de amapolas. 

La esperanza vive en una cuerda floja mecida por el terror

y envuelta en un elocuente silencio de abusos.

Hoy, la música no tiene más bajos

que el sonido de los estallidos que encogen el alma.

Hoy, los abrazos llevan lágrimas de desesperación.

Hoy, en un lugar lejano, se escucha un grito desgarrador,

quizá una madre que busca a su hijo entre escombros,

un hombre mutilado por una explosión,

o quizá una niña que ya nunca olvidará la imagen

de la muerte grabada en sus atemorizados ojos.

Hoy, la soberbia y la ambición

conceden el derecho a un humano a ser un cruel juez

y un despiadado verdugo a hierro y fuego.

Hoy, los que tienen oscura el alma,

reposan cínicamente,

a salvo de la destrucción,

de arrancar cruelmente vidas y sueños de los inocentes

que ya perdieron su descanso hace tiempo

entre el miedo que llueve del cielo.

Mañana, esos mismos, al acercarse su final,

recordarán el maldito infierno que desataron,

sabiendo que su alma será enviada a arder en él

por los siglos de los siglos.

Pero hoy, todavía, quiero imaginar un mundo con primaveras llenas de amapolas,

donde el DERECHO a la VIDA y a la PAZ no deba aprenderse a golpe de acero.

©Serendipity

Marzo 2022

Día Mundial de la Poesía