3 min
La Psicopata, La Sadica y La Asesina.1
Sinopsis
Tres adolescentes de extrema peligrosidad
Asi comenzó todo.....
El Comisario Evaristo Gutiérrez despertó. Sus 22 años de servicio en Homicidios le recordaban que todavía faltaban 8 años para su jubilación. Un recuerdo no muy agradable para el frio de un domingo a finales del otoño, en que debería estar durmiendo a las 6 y media de la mañana.
El ring de su teléfono , el que nadie lo estrellará contra la pared, indicaba que también tenía 16 años de divorciado. vivía completamente solo.
Dime—dijo a su segundo, el Inspector José Rodríguez.
Básico hasta en el apellido.
Dime—repitió ronco todavía de los mil y un cigarrillos del día anterior.
Gutiérrez. Volvieron a atacar.—explicó desaforadamente la voz desde el otro lado del teléfono
#
¿Otra vez?—contestó el Comisario, entendiendo perfectamente a quienes se refería su subalterno.
#
Sí. Lamentablemente fue uno de los nuestros.
#
Maldita sea.--Gutiérrez se despertó totalmente ante la noticia, incorporándose en la cama.
#
Hoy no voy a fumar.
#
Como pudo se lanzó una franela, una gabardina encima , casi se fue en zapatillas de dormir.
#
Ufff. --Dijo el hombre devolviéndose en la puerta, para terminar de vestirse. Un blue jean. ¡Como si todavía fuera un muchacho¡ Una camisa militar.
#
Uno de los nuestros—dijo para nadie saliendo a la fría mañana.
#
Encendió su coche asignado. Un abollado Peugeot 408 Turbo Diesel Sedan Blanco.
#
¿En dónde es?.—preguntó por radio.
#
Sabía que de alguna forma invariablemente Rodríguez estaría del otro lado.
#
Av. Cuatricentenario con paseo Orinoco. Fueron ellas. --Continúo la voz, tomando el tono policial
#
Pero es que hace muy poco del último—explicó para sí mismo, no queriendo aceptar la realidad.
--Magnolia sale muy nítida en la cámara de seguridad de la farmacia
#
--Ok. Déjame llegar...
#
15 minutos después el Comisario estacionó el Peugeot. Aunque era domingo muy temprano, varios curiosos eran espectadores de la escena. Motocicletas y coches policiales estaban con sus luces giratorias.
Vio estacionado el Dodge Dart Turbo Diesel Azul y Blanco de la Policía Municipal. Todavía tenía las luces giratorias encendidas , las dos puertas delanteras totalmente abiertas. Por una salió el policía. La otra de seguro la abrieron las asesinas.
El Comisario maldijo por lo bajo. Hasta la saciedad les había dicho que en caso de verlas, así fuese de lejos, pidieran refuerzos, hicieran un cerco, sobre todo no se acercaran.
Evidentemente el agente no hizo caso. Otro idiota queriendo ser el ganador del trofeo, creyendo que podía con tres chicas. Ahora era parte de la estadística.
Se acercó. Levantó la sábana de plástico. Miró con un gesto de contrariedad y pesar.
Un novato. Un muchacho. Un Policía Municipal.
Se incorporó. Vio a su alrededor. Ya deberían estar lejos, o quizás entre los vecinos que contemplaban la escena. Casi por reflejos se acercó al grupo. Ninguna de las pocas chicas que a esa hora hacían trote correspondía con ellas. Igualmente vio hacia las lujosas casas de los alrededores. Sabía perfectamente que una de las casas cercana que veía, una de ellas los veían. Siempre lo hacían.
Continua