


Aquí no hay ganancia sin perdida, ni triunfo sin sacrificio. Generalmente lo que llamamos triunfo es solo el aprendizaje en una larga cadena de fracasos.
LA RISA DEL MONO
Aunque yo nunca lo había hecho, sacarse la suerte con el mono era casi una tradición familiar. Mi padre lo hizo antes de conocer a mi madre, y cuando la conoció supo que iba a ser la mujer con la que pasaría el resto de su vida. Mi hermano mayor, antes de ganarse la beca que lo llevaría a España a hacer un posgrado; y David, mi hermano menor, en su segundo examen de ingreso a la universidad. El mono había vaticinado siempre un futuro venturoso a mi familia, y ahora que yo había terminado, después de tantos sacrificios, la novela que ocupó los pensamientos de mis últimos años, quería tener la esperanza de que mis sueños se cumplirían.
En la puerta del mercado vi la caja sobre la que el mono se movía, atado a la cintura por una cadena. Tenía una larga cola café, un chaleco rojo, y un sombrerito brillante. A su lado, su dueño daba vueltas la manivela del organillo como si fuera el humilde servidor del artista. Me acerqué al hombre y le pregunté el precio. Me lo dijo. Le extendí el billete que guardó en el bolsillo de su camisa, y bajó una tapa lateral de la caja, dejando a la vista varias apretadas hileras de tarjetitas de colores. El mono descendió al ver la caja abierta, me hizo una mueca enseñándome los dientes, como si se riera, y con sus manitos negras sacó una tarjeta amarilla, muy doblada, que entregó al organillero que a su vez me la entregó a mi.
Con la tarjeta apretada en el puño subí al ómnibus de regreso a casa, y cuando estuve solo en la última banca del fondo, la abrí. Empezaba así:
“Tus sacrificios darán más frutos de lo que esperaste. El nuevo rumbo aparece en tu vida, y tras la puerta inevitable un nuevo comienzo con nuevas…”
Sentí que la tristeza y la desesperación me poseían, como hace unos días, cuando Mariana me dijo que ya no podía soportar mis ausencias, y una de sus amigas me confirmó que salía con un compañero de trabajo. En ese momento la tarjeta me confirmaba por primera vez y para siempre que no volvería conmigo y jamás sería mi esposa.
y comenta
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Crees en el destino?? muy bueno. Un saludoBuen relato. Y mejor aún tu comentario sobre el de la araña que perdía las patas! Me reí y te encontré toda la razón, tu propuesta sería mucho más perturbadora.Muy bueno. GraciasGracias, Frank. Nos estamos leyendo.Tu relato me ha llevado a recordar algunos pasajes de mi propia vida. Es así como funciona la vida y hay que seguir. Gracias por compartirlo. Saludos.Gracias Marcial y gracias Cometa, por comentar. Espero mejorar en los próximos relatos. Un abrazo a los dos. Nos estamos leyendo.Nunca sabes que te depara el destino, un saludoMuy bueno, con buen ritmo. Me gusta. SaludosGracias, Carlos. Es el sacrificio del amor lo que le lleva al éxito, diría yo más bien. Como en esa película Carácter, de Mike Van Diem. Un abrazo y gracias por comentar. Nos estamos leyendo.Excelente y ameno relato. El desencanto amoroso le puede significar un auge literario. Saludos
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A algunos creyentes no les va a gustar; pero si nos contuviéramos siempre para no molestar a alguien, no escribiríamos nada.
No todo es lujo, balas, fiesta, mujeres hermosas y sexo en la vida de la mafia.
Ahora que triunfa el libre mercado y las denuncias por corrupción se vuelven a extender por Latinoamérica, una empresa transnacional anuncia la cárcel soñada por delincuentes de alto vuelo.
La última vez defendí en un ensayo el relato largo. Me parece inconsecuente defender los relatos largos y publicar relatos cortos. Así que aquí va un relato largo. Si no lo leen, no interesa. Ya debería dejar de interesarme por eso.
Testimonios, reflexiones, advertencias y malas experiencias de mi ejercicio en foros literarios. No intento molestar; pero tampoco ser complaciente.