


Secuencia de cómo lo barato sale caro, en la vida común y corriente de un gato y su amorosa familia adoptante.
La secuencia de hechos, con el gato que llegó, más bien mal llegó; Trayendo la boca abierta y la lengua de fuera, babeante. Susto. Se esconde bajo la cama y logro sacarlo pero huye. Cuando vuelve ahora sí, todo listo para cazarlo y ver qué pasa - Preparamos la jaula, cerramos la puerta, mandamos al perro fuera y atrapamos al gato - Espantado gato que no deja ver qué le deja la boca abierta y que por miedo reacciona y con la pata trasera araña el brazo de mi madre - Mejor lo meto a la gatera y llamo al veterinario, no quiero un arañazo o peor una mordida. - Así que mientras curamos a mi madre y buscamos el teléfono del amigo de todos los animales me pongo a observar de nuevo al pobre gato, ya encerrado y menos peligroso. Insight. Ese collar. Ese maravilloso artefacto que se me ocurre ponerle para que le luzca el cuello y para que vean que tiene dueño (es de casa, por favor no lo envenenen). Tengo la impresión de que el collar está atorado entre su barbilla y su cuello. A cortarlo, ni modo. A descontar opciones. Tijera en mano me propongo liberarlo de su opresión, amenazante alza la garra contra mi mano y lo regaño; se echa hacia atrás, baja la garra pero me deja ver que con tijeras no lograré nada. El collar aprieta y hiere su piel. ¿Dónde está el broche de cierre? - Que no esté en su boca por favor. No, no lo está. Está accesible, Y al fin se abre liberando al gato de la fatal opresión de un collar que le quedó por lo visto grande y se atoró en su mandíbula inferior impidiéndole cerrar la boca y que en su desesperación por zafarse se llenó el hocico de tierra al frotarse contra ésta y se laceró las dos garras delanteras al tratar de liberarse de sus redes. Y de paso se rozó el cuello y la piel del brazo de mi madre. ¡Perdón güerejo! (Lo siento, así se llama). Era el collar. Y su mirada de miedo, está aún asustado y agitado. Y yo pensado y expresando cómo lo consuelo. Una rebanada de jamón, dice mi madre. Así que ahí me tienen, dándole una rebanada de jamón al gato para subsanar el mal de su cuello, sus dos patas delanteras, el mal rato pasado y a mi madre el susto y el dolor del brazo arañado. Y yo pensando que lo barato sale caro, ya no le compraré otro collar de diez pesos, quizá sea mejor uno de perro.
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Una historia muy tierna, ¡Me ha gustado! Por ser una forma de narrar muy natural, sencilla pero autentica. Un fuerte abrazo.
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Una reflexión dentro de una poesía, la búsqueda de mi ser dentro de un círculo de mujeres y la sororidad al compás del sonido del tambor. Gracias "Alma Colibrí".
El extraño imán de fascinación que puede despertar en ti el breve encuentro con un extraño
La paseadora decidió dar un viaje lo más puro y simple. Y aprender y contar qué ocurría en cada vez, en cada viaje que pudiera emprender. Aquí el primero, viaje post cumpleañero, Chabihau. Un viaje en solitario a un lugar desconocido.
Aún siento tu ausencia, aquellas mismas sensaciones que contigo aprendí
Mi historia con los computólogos (ganado a pulso el mote): ayer llega el reemplazo del reloj checador, escenario en messenger interno con el susodicho computólogo).
De cómo la vida te da gratas sorpresas, en la forma de una ternura de ojos y de un "que te mejores princesa".
Secuencia de cómo lo barato sale caro, en la vida común y corriente de un gato y su amorosa familia adoptante.


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Francamente media loca, diría bipolar, amante de la buena vida, de las experiencias y de las aventuras (y de los gatos). Que intento hallarme a través de mis relatos, o quizá perderme en ellos. Fantasiosa, demasiado fantasiosa quizá. En donde todo puede ser un punto de encuentro y desencuentro pero nunca un punto final. O quizá sea sólo parte de mi obsesividad.