


Entraría en la sección de Crítica (en este caso, de cine), que creo que antes existía.
Pese a que en su día no tuvieron una excesiva repercusión, ahora que he podido ver las dos películas con apenas unos días de diferencia, quiero recuperar aquí lo que ambas me han transmitido. Me refiero a ‘Madrid 1987’ (2011) y a ‘Habitación en Roma’ (2010). Y las comento conjuntamente porque de ambas he extraído una sensación similar: la belleza del cine en estado puro, sin ni siquiera una historia a desarrollar o la necesidad de un alud de protagonistas. Basta la potencia de una situación concreta, originada en el azar y que encierra a dos únicos personajes en un espacio minúsculo, para que se desnuden en cuerpo y alma. Para que cada cual dialogue con quien está enfrente y, en definitiva, para interpelarse a sí mismos y a nosotros.
En ‘Madrid 1987’, dirigida por David Trueba e interpretada por María Valverde y José Sacristán, los protagonistas pasan una noche encerrados fortuitamente en un cuarto de baño. Los separan dos mundos distintos (ella es una joven periodista que sueña con escribir novelas eternas y él un consagrado columnista en un diario nacional), que confluyen a modo de acordeón a través del deseo y la sensualidad. Para decirlo fino, él se la quiere trajinar y ella parece dudar en todo momento sobre si caer en las redes del mito elevado o escapar de la carne mortal de un viejo marchito. Lo cual da pie a todo tipo de reflexiones, desde la mejor escritura o la realidad del periodismo más allá de la facultad, hasta el choque de generaciones en un tiempo en el que parece asentarse al fin la Transición, con los jóvenes que llegan a tomar las riendas y los antiguos gerifaltes, que se niegan a marcharse aún.
En ‘Habitación en Roma’, donde Julio Medem da rienda suelta a su fantasía pintando una noche de amor inédito entre Elena Anaya y la rusa (aunque nacida en Ucrania) Natasha Yarovenko, la escena es distinta. Aquí las dudas no están en el deseo, sino en cruzar o no la frontera. Las protagonistas son una joven española emparejada con una donostiarra madre de dos hijos (aunque atacada por la desgracia y la culpa) y una rusa experta en arte renacentista a punto de casarse con un hombre en su país. Una noche distraída las une antes de que partan al día siguiente hacia sus respectivos hogares (y destinos). Solo les queda esa noche, entre las cuatro paredes de la habitación de un hotel. No se conocían, pero se sienten fuertemente atraídas entre sí. Algo chocante en el caso de la rusa, que no es lesbiana… Y es ahí donde surge también el juego que va de las iniciales mentiras y medias verdades (cuando creen que solo es un rapto de pasión con punto y final) hasta las verdades íntimas que duelen, ya en la confianza ante el ser amado. Según avanza el camino hacia el alba (y la despedida), un brutal choque de fuerzas bascula sobre la posibilidad de mandar todo al carajo e iniciar una historia en común. La música, el arte de una habitación clásica y, sobre todo, la belleza de los cuerpos entrelazados entre la pasión y el delicado abrazo, hacen fluir a base de latidos el paso lento hacia la decisión.
En una el motor es el deseo que se rompe en conversaciones que nutren al espectador y le hacen sentir tensiones diversas y oscilantes (también entran en juego el morbo, el desprecio, la ternura). En la otra es el amor inesperado el que se abre paso a brochazos desesperados, creciendo el tono desde un inicio suave hasta un final que hace removerse en el asiento. En ambas es la belleza y la sensualidad de las musas (lo siento, Sacristán, pero te saco de esta categoría) lo que hace que te quedes hechizado ante la pantalla. Luego está en cada uno que mire más allá del simple despelote y disfrute con dos películas que te hablan sin parar hasta desnudarte. Sí, a ti.
MIGUEL ÁNGEL MALAVIA
http://blogs.periodistadigital.com/lahoradelaverdad.php/2013/11/25/-madrid-1987-y-habitacion-en-roma-mucho-
y comenta
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Rectifico de inmediato. La película de Medem que se promocionó de esa manera fue otra, bastante anterior, no recuerdo el título, posiblemente protagonizada por Paz VegaAmte todo, celebrar que en esta página se comenten peículas, ya que en el apartado "reseñas" sólo se pueden comentar libros - creo-. Ello con idependencia de mis gustos, que difieren de los del comentarista. Aunque no vi "Madrid..." me gusta más el cine de D. Trueba que el de Medem, a mi juicio de un esteticismo un tanto vacío, como ocurre en "Habitación..." Esta película, además, se promocionó como la primera que se rodaba - es decir, se grababa- en vídeo, lo que no era del todo cierto. Saludos.
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Todo día es bueno para homenajear al más grande de todos los poetas: el loco Don Quijote, custodio de la fraterna utopía.
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Como cada año, mi homenaje a las ánimas de rostro global...
Evidentemente, no manejo eso de juntar versos. Pero, desde el cariño, vaya desde aquí mi homenaje por Don Alfredo.
Hay quien no le gusta que aquí el deporte sea un tema de inspiración... Pero yo insisto, pues además va en clave de humor. O eso pretendo.
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Mi homenaje al maestro Paco de Lucía, que hoy nos ha dejado muy huérfanos.
Aquí, tratando de pegar un bocado a la dura corteza que cubre este mundo nuestro para vislumbrar qué hay realmente dentro... Advierto: es una impresión muy personal.


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Conquense y madrileño, licenciado en Historia y Periodismo, ejerzo este último. Libertario y comunitarista, voto al @Partido_Decente. Mi pasión es escribir.