


"No es más feliz quién más tiene, sino quién menos necesita"
Me levanto cada día en la misma cama con el mismo techo, pensando siniestro que la vida ya me ha hecho un lecho, enterrado antes de tiempo en una rutina tan hecha y deshecha que ya está demasiado maltrecha…
Me visto y desayuno sin ánimos de ducharme, ni afeitarme, ni peinarme. El habitual ayuno matinal me permite mantener en trámite a la cúspide de mi equipo neuronal, así que después de beber un par de tragos de agua para calmar la sequedad de mi boca, salgo a la cruel verdad de estas calles, grises y tristes. Detalles de angustia y estrés se perciben entre la gente, y mientras me uno a la impaciente corriente humana para cruzar el semáforo e ir a la oficina, veo al sonriente Maniño vendiendo lienzos en la esquina, cantando y saludando a los ahí presentes, aunque no tuviera donde dormir; un hombre que no tiene nada, pero en realidad tiene más que la mayoría de nosotros, algo muy preciado y fugaz, muy difícil de conseguir e inverosímil de mantener: felicidad.
y comenta
-
Este relato no tiene comentarios
-
Segundo capítulo de esta intrigada historia. El joven periodista se ve envuelto en un asunto misterioso, y las cosas empiezan a descontrolarse. Hay que decir que no es un chico que tenga decisiones acertadas.
Siempre influenciamos en el estado anímico de las personas que nos quieren y admiran; tenemos que ir con mucho cuidado, pues nuestras actitudes y acciones hacia esas personas pueden cambiarles la vida, para bien o para mal, aún sin ni siquiera darnos cuenta. Esta es la carta de un chico hacia su hermano mayor, que partió sin previo aviso, dejando su casa sombría y melancólica, y las consecuencias que tuvo esta marcha para el hermano pequeño.