


MIGRANTE
Claro que ella me decía y afirmaba con énfasis, que allá en aquel país recóndito y que nunca conoceré, colocaban los cadáveres en rocas altas, bien altas, para que las aves, principalmente las de rapiña, se alimentaran y ganaran energía, haciendo el círculo de la vida girar. Y yo siempre preguntaba, sólo para complicar, si en cada pedazo del muerto que el ave o algún bicho tragaba sin hacer preguntas, iba un retazo del alma también. Ella me miraba con aquella mirada perdida de loca o visionaria. Una cosa no tenía nada que ver con las otras o con la otra, pero, en aquel carrusel enloquecido, girando dentro de un caleidoscopio gigantesco, infinito… ¿quién podría saber?
Algunas cosas suceden a cada dos o tres siglos. Son acontecimientos absurdos que nos llevan a dudar de la propia razón y del fundamento de las cosas, siempre y cuando las cosas tengan algún fundamento, alguna base lógica que pueda orientarnos en este océano de dudas.
Y así, sin entender bien por qué y cómo, yo estaba literalmente entre la daga y la pared. Él tenía una expresión de furia en el rostro. Algo realmente aterrorizante. Yo clavé mi mirada en sus ojos: eran verdes y evasivos, pero, en un chispazo de inspiración, tuve la confirmación que esperaba. Era él. Mejor dicho: era ella.
Yo había perdido un poco de sangre y estaba levemente confundido. Sabía que mi situación era muy complicada, perdía sangre, perdía la noción de las cosas, a cualquier momento me iba a desmayar. Aun así, paradojalmente, coordinaba perfectamente mis movimientos y tenía total dominio de mis pensamientos, que pugnaban por lanzarse en descontrolada carrera por los valles de mi conciencia.
Hablé de golpe, de una sola vez, atropellando ideas y palabras. Expliqué todo, hablé que antes, en otra vida, nos habíamos conocido. Fue en algún pueblito de España, en una tarde de mucho sol y amor. Le conté que morimos abrazados en el lecho donde adulteramos, fatalmente mordidos por el deseo y perforados por la espada del marido furioso. Los dos, en pleno gozo, atravesados por el arma odiosa del mal amado. Detallé momentos íntimos que solamente nosotros, amantes ardientes y cómplices, conocíamos. Pronuncié las palabras mágicas, las palabras secretas que nos unían y abrían los caminos del amor. Por alguna razón incomprensible, por algún capricho del destino, estábamos allí, frente a frente, luchando como enemigos mortales, disputando la misma mujer, en un barrio y en un local de dudosa reputación, en un noche cargada de delirios etílicos. Nosotros, amantes de vidas pasadas, almas gemelas programadas para el amor, no podíamos enfrentarnos de aquella manera.
Hablé todo eso en borbotones y esperé, encogido, arrinconado entre la daga afilada y la pared. Esperé alimentando la esperanza enorme que ardía en mi interior. Creí ver en los ojos verdes un resplandor de conciencia, como si de pronto, venciendo el polvo del tiempo, se acordara de siglos pasados y descubriera en mi boca, tan cercana, los labios que la hicieron feliz en las lides del amor. Él, que antes era ella, sonrío abiertamente, mientras sus ojos se iluminaban mucho más, paso una mano por mi nuca como si fuera a ensayar un magnífico beso y hundió la daga afilada en mi corazón.
y comenta
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Gracias a todos por leer, valorar y comentar.Genial. Carlos te felicito, me atrapó el relato, me gustó cómo abordaré el.tema y le diste una vuelta de rosca con final impensado. Bravo!Genial. Carlos te felicito, me atrapó el relato, me gustó cómo abordaré el.tema y le diste una vuelta de rosca con final impensado. Bravo!Muy entretenido! Almas en movimiento. También me gusta que escribes casi sin faltas ortográficas, un agrado. Te felicito!Hola, de momento es, de los relatos que he leído aquí, al que veo más hechuras, más enjundia, no tanto por lo que cuenta, sino porque algunos fragmentos me gustan realmente en el estilo. En otras partes lo noto un poco abigarrado, y el desenlace es un poco previsible, o al menos me lo ha parecido. Me quedo con esos pequeños fragmentos que me han hecho interesarme en seguir leyendo.Perdon i intencion fue colocar un cinco, es usted un muy buen escritor.Mas que excelente, maravillosos relato con un inicio mágicoLa riqueza que nos regalan los que comparten. Excelente Carlos. Un placer siempre. Un gran abrazokarajo, jenial!Leerte es un vicio Carlos! Un abrazo
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Idiomas, culturas, sentimientos, costumbres, se mezclan en la frontera Uruguay- Brasil. Allí, las palabras adquieren otra dimensión.