


El banco pierde...
-Estos policías quieren hablar contigo, Candelaria.-El director podía tutearla porque era su jefe. Y ella se dejaba cuando hacían horas extras juntos fuera del horario al público.
-¿En qué puedo ayudarles?-Preguntó la señorita Candelaria.
-¿Quién trajo el cheque de la Casita del Amor firmado por el señor Dunaújváros?-Interrogó Cardano a la empleada del banco.
-Recuerdo que fue una mujer de largos cabellos negros y piel bronceada con acento italiano.-Candelaria se fijó en ella aunque era la primera vez que la veía.
-¿Le dijo su nombre?-Cardano pensaba que la descripción coincidía con la señorita Amatista, la secretaria del señor Torricelli.
-Señorita Amatista. Dijo que venía a cobrar un cheque del señor Dunaújváros por una noche en la Casita del Amor.-Contó Candelaria con calculada frialdad. Aunque Candy vivió una noche de sexo con el señor Dunaújváros en su mansión...
-¿Volvieron a cobrarlo por segunda vez?-Insistió Cardano.
-No, señor.-Confirmó la señorita Candelaria que se ocupaba de la caja de la oficina bancaria entre otras tareas más gratas.
-Muchas gracias por su colaboración, señorita.-Cardano tenía otra prueba que el señor Dunaújváros si estuvo en la Casita del Amor cómo afirmaba el taxista Yosep.
-Puede retirarse, señorita Candelaria...-El director Rodríguez le dio permiso. Ya no la necesitaban.
-Cómo ordene, señor Director.-Candelaria obedeció aunque le gustaría saber que pasaba con Dunaújváros. Ya se lo sacaría cuando estuvieran solos...
-¿Ven cómo tenía razón?-Se vanaglorió el director que sólo tuvo que llamar a su empleada. Ella hizo el trabajo duro.
-Sí, señor Rodríguez...-Cardano recordó las palabras del señor Torricelli, que sólo le enseñó el registro de huéspedes, pero que negó conocer a ningún cliente llamado Dunaújváros...
-¿Tienen más preguntas?-El director miró el reloj. La mañana transcurría deprisa y se le acumulaba el trabajo pendiente.
-Creo que sí...-Respondió Cardano mientras su mente seguía pensando. El señor Torricelli debía conocer la existencia del cheque impagado del señor Dunaújváros. Dudaba que perdonara la deuda...
-¿Sí?.-El director Rodríguez se impacientaba.
-Espere, por favor.-Intervino el inspector Gómez que conocía al comisario Cardano. Estaba absorto en sus pensamientos.
-Creo que ya lo tengo...-Habló consigo mismo. Cardano llegó a la conclusión que alguien debió pagarla por él... Una mujer casada de la alta sociedad barcelonesa. Un escándalo sexual perjudicaría su imagen pública de santa esposa...
-La vida sexual del señor Dunaújváros fue intensa...-Pensó el comisario.
El director Rodríguez no entendía sus silencios.
-¿Por qué ingresó los 23 millones de Liras Italianas?-Preguntó Cardano interesado por el origen del dinero.
-El señor Dunaújváros, que representaba a la empresa Varelli e Fligio, buscaba un local comercial para su proyecto de expansión en Barcelona.-Contó Rodríguez recordando sus palabras.
-¿Ingresó el dinero con un cheque?-Cardano lo dudaba.
-No. Traía el dinero en un maletín negro.-Dijo Rodríguez.
-Interesante...-Cardano sospechando del origen muy dudoso del dinero. Nadie llevaba encima tantos millones de un país a otro si eran legales. No se creía el “cuento” del local comercial.
-Ofreció a nuestro Banco ser socio en su proyecto...-Siguió Rodríguez contando la propuesta de Dunaújváros.
-Y usted aceptó sin dudarlo...-Adivinó Cardano que conocía la codicia humana. El director de la oficina no iba a ser la excepción.
-Era una oportunidad única muy prometedora...-Rodríguez justificaba su decisión personal. No admitiría que se dejó engañar por la palabrería de un desconocido.
-Le entiendo.-Cardano descubría los primeros pasos del señor Dunaújváros en Barcelona. Creía que llegó con la intención oculta de disfrutar de sus “ahorros” ganados “honradamente”.
-¿Alguna pregunta más?-El director volvió a mirar el reloj.
-Creo que no, pero tengo que darle una mala noticia...
-¿Cuál?-El director no se la imaginaba.
-El señor Dunaújváros falleció la madrugada del miércoles 24 de julio en una explosión de origen desconocido en la mansión Dos Aguas...-Le informó.
-Es una triste pérdida, pero un accidente puede suceder en cualquier momento...-Respondió Rodríguez lamentándolo.
-No creemos que lo fuera. Por eso estamos investigando sus movimientos desde que llegó a Barcelona.-Explicó Cardano.
-Puede contar con nuestra ayuda.-Ofreció Rodríguez.
-Se lo agradezco. El dinero falsificado será requisado porque es una prueba de la investigación.-Advirtió Cardano.
-Informaré a la Central del Banco cuando nos llegue la orden judicial. Ellos tienen el dinero falsificado. Nosotros bloquearemos la cuenta.-Puntualizó Rodríguez que sabía el procedimiento.
-Gracias.-Cardano también lo sabía. Informaba al juez cuando tenía pruebas sólidas de un delito e ingresar dinero falsificado lo era.
-Tendré que anotar una pérdida de 170.000 pesetas...-Se quejó Rodríguez en voz alta que ya no recuperaría el dinero prestado a su cliente. Su muerte violenta no le importaba.
Cardano no se sorprendió del insensible comentario. Los bancos no podían demostrar sentimientos cuando sufrían pérdidas que afectaban a los beneficios de sus accionistas...
-Gracias por su colaboración.-Cardano se levantó para irse.
-Tenga un buen día...-Deseó el director Rodríguez que debía informar a la Central de la mala noticia.
-Tenga un buen día.-Repitió Cardano y abandonó el despacho seguido por el inspector Gómez. Pasaron por delante del mostrador de recepción dónde la señorita Candelaria esperaba a los clientes.
Salieron a la calurosa calle. Subieron al coche policial.
-¿Dónde vamos, señor Comisario?-Preguntó Gómez.
-Regresamos a la Jefatura Superior.-Indicó Cardano.
-Sí, señor comisario.-Gómez puso en marcha el coche. Se incorporó al denso tráfico de la ciudad sin hacer más preguntas. Fue un recorrido de media hora en silencio.
-Ya hemos llegado.-Gómez entró en el aparcamiento de la Jefatura Superior. Aparcó en su plaza reservada.
-Acompáñeme a mi despacho.-Pidió Cardano pensativo.
Cardano y Gómez subieron por las escaleras hasta el piso de la Brigada de Homicidios. Cruzaron la animada sala, dónde se oían voces y máquinas de escribir, y entraron en su despacho.
-Siéntese por favor, señor Gómez.-Cardano se sentó primero.
El inspector obedeció sin decir una palabra.
Cardano descolgó el teléfono y marcó un número.
-¿Ha llegado ya el informe del Laboratorio de la Brigada de Estupefacientes qué solicité urgente, señorita Vázquez?
-Aún no, señor comisario.-Respondió su secretaria.
-Reclámelo por favor, señorita Vázquez.-Insistió Cardano que no soportaba la lentitud de algunos organismos oficiales. La maldita burocracia le hacía perder el tiempo rellenando formularios.
-Ahora mismo lo haré, señor comisario.-Prometió la señorita Vázquez que no quería ser el centro de la siguiente bronca.
-A veces tengo la sensación que perdemos el tiempo luchando contra molinos...-Cardano citó al Quijote.
Continuará...
y comenta
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Como ya te dije una historia trepidante, y emocionante. Compendo la impaciencia del comisario.
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Dunaújváros recibió el castigo que se merecía...
Cardano conocía los rumores sobre la Casita del Amor...
El comisario Cardano registra el almacén de Tabacos Andrade...


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Soy un currante de oficina, hago manuales de productos sin alma, pero es un trabajo que me da de comer, pago facturas y me permite vivir cada día pendiente de si el cielo caerá sobre mí... A parte de mi profesión, mi afición es escribir relatos donde dejar volar mi imaginación con tendencia a la ironía... He publicado nueve libros en Amazon. Saludos cordiales, Rafael Núñez Abad