


Luego me retuerzo bajo el influjo soberano de sintagmas nominales que configuran el infernal laberinto que me atrapa; someto la conciencia, pierdo el rumbo, y perdido en nubes de humo que no llegan a asfixiarme no llego jamás a encontrar una luz capaz de guiarme. Los que nos hemos convertido en reptiles nos arrastramos por suelos gélidos donde nuestras escamas erizadas asumen la desdichada desgracia que las asola, y no aspiramos a volar ni a construir reinos artificiosos en el aire, nos conformamos únicamente con levantar la cabeza de vez en cuando y clavar, colmillos, afilados, que liberan veneno envenenado, que paralizan, que esclavizan, que aterrorizan a aquel que se atreve a retarnos. Los que somos reptiles fuimos alguna vez lobos solitarios, águilas imperiales, perros leales, gatos rebeldes, o cisnes blancos angelicales, pero sufrimos, la extraña metamorfosis de aquel, que encontrándose consigo mismo no se reconoce y por ser más cómodo y más sencillo prefiere desconocerse. Ah, no se me olvide, la segunda, y última aspiración que tenemos, los reptiles, es morder nuestro propio ensueño, aspirar nuestro esencial veneno, y luego, ya descarriados y enloquecidos, ser lo que alguna vez fuimos, y serlo, mejor de lo que nunca lo fuimos.
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Mucho tardé en ver tu comentario Gustavo, espero disculpes el retraso, muchísimas gracias por esa gira que hiciste, por esa oportunidad que me diste de ofrecerte lo que escribo, espero que me sigas visitando, saludos, y un abrazo¡Mucho tardé en ver tu comentario Gustavo, espero disculpes el retraso, muchísimas gracias por esa gira que hiciste, por esa oportunidad que me diste de ofrecerte lo que escribo, espero que me sigas visitando, saludos, y un abrazo¡
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