


'El amor es un misterio. Todo en él son fenómenos a cual más inexplicable; todo en él es ilógico, todo en él es vaguedad y absurdo' ( Gustavo Adolfo Bécquer)
Habían pasado ya casi ocho meses desde la última vez que nos vimos. El tiempo empezaba a desgastar tu recuerdo y casi había recordado como era sonreír sin tí. Sin embargo, hoy, has vuelto a paralizar mi mundo. Eres mezquina, ¿lo sabías?, eres cruel, ¿lo ignorabas? Entre mis manos temblorosas se halla aquella carta, y yo entero tiemblo al leerla. Parece ser que la escondiste entre los pliegues de tu abrigo favorito, y esta mañana el destino, el azar o el mismo Infortunio ha guiado mis pasos hasta encontrarla. No debiste escribirla nunca, sus palabras duelen más que cuchillos. Me siento en el sofá de terciopelo negro tiritando, estamos en pleno diciembre y la escarcha escala las ventanas de nuestra antigua casa, sin embargo esa no es la razón de mi frío. Tú bien sabes que tengo miedo. Sí, el miedo en su estado más terrible se ha apoderado de mis sentidos. He cerrado los ojos lentamente y te he visto, ya ha vuelto a mi memoria nuestra despedida: Yo avanzaba cabizbajo frente a una sala sombría, llena de extraños, tus cabellos dorados angelicales caían en cascada sobre un fondo negro, susurré una palabra que se perdió a lo lejos, no había luz pero si silencio. Solo eso mi cabeza consigue recuperar entre los retazos del dolor. Tampoco necesito saber el color de tus labios, ni si tu vestido era rojo o blanco, prefiero carecer de detalles amargos. ¡Apenas estuvimos juntos pero significaste tanto! Me gustaba tu forma de mirarme, tus ojos grandes paseaban por mi rostro con tranquilidad y calma, y cuando mis mejillas al fin se teñían de escarlata te reías. Me gustaba tu voz, musical, melodiosa, subías y bajabas en el pentagrama acompañada por tus emociones cambiantes y sinceras. Me gustaba tu forma de ver la vida, tu modo de estar en el mundo era único e insuperable. Me gustaban nuestros largos paseos por Madrid. Me gustaba estar a tu lado, me gustaba ser contigo. Es triste darme cuenta de que nunca te dije lo importante que fuiste para mí, y que sigues siendo. Compréndeme, te deshacías entre mis manos como si de niebla te tratarás, aparecías y desaparecías como por arte de magia. Quizás quería ocultarte mi única debilidad. A pesar de todo no podré perdonarte nunca, me abandonaste cuando más te necesitaba y te hubiera seguido hasta el fin del mundo si me hubieras dejado. No podré perdonarte nunca. Ocho meses están a punto de finalizar desde aquello, y cuando empezaba a reconstruirme otro dardo envenenado me acierta de pleno ¡Aquella carta¡ ¡Aquella condenada carta¡ Me prometiste no escribirla. Mis lágrimas comienzan a borrar tu dulce letra. Una frase me ha condenado de por vida ¿Tanto me odiabas? Una frase que ni el tiempo la hará callar.
Cuando nos despedimos hace ocho años susurré una palabra en tu nívea oreja, y hoy me has contestado con un ‘Nunca me olvides’.
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Me encanta tu forma de relatar, Patrick. Estaré pendiente a más obras tuyas.Eres un escritor genial,lo malo no es tropezarse dos veces con la misma piedra, sino además enamorarse de ella. Te felicito.Desde luego hay amores que matan, o por lo menos que nos perturban de por vida. Saludos.
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'El amor es un misterio. Todo en él son fenómenos a cual más inexplicable; todo en él es ilógico, todo en él es vaguedad y absurdo' ( Gustavo Adolfo Bécquer)


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!Hola! Soy Patrick, autor de Plumas Negras, un libro que estoy subiendo en el blog http://therequiemofadream.wordpress.com/ ,que comparto con dos personas más.Pasaos por allí, no os arrepentiréis :D