


oxymoron
Terror |
15.06.06
Sinopsis
El sol apareció en el cercano horizonte, no se porque pero... siempre el horizonte me pareció cercano, al contrario de lo que es común en las otras personas, que al escuchar horizonte piensan en una lejanía, pero resulta que para mi esa lejanía es bastante cercana.
Soñaba que yo corría por una calle inmensa y muy grande… iba vestido con mis pijamas celestes, en frente de miles de rostros que miraban desde las aceras, aquellos rostros eran oscuros e impenetrables, no mostraban ningún tipo de emoción al verme, solo yo era el desesperado… de súbito cambiaba la situación, la calle se iba haciendo angosta y yo me desesperaba aún más: mis piernas seguían corriendo sin aminorar el paso, aunque mi cerebro intentaba detenerlas, ellas solo querían correr, y pronto parecía que yo me iba a golpear con la multitud, la acera crecía y la calle se iba haciendo pequeña… de pronto empezaba yo a llorar sin detenerme y los rostros reían a mi alrededor, las risas me desesperaban y ahora yo gritaba como loco…. Aaaaaaaaaaah!!! Y de pronto despertaba en mi habitación azul, rodeado del vacío total: mi cama y el sol que me pegaba en el rostro. –José…- llamaba una voz desde la cocina, medio dormido respondí: -ya voy…
Inconciente todavía por esa muerte temporal, me empecé a vestir para el trabajo y de pronto me puse a pensar: -¿Y esa voz?, no pudo haber sido de nadie porque aquí vivo… solo yo…-, me aterroricé, lógicamente, esa voz era femenina y suave, había dicho mi nombre con tal dulzura… José
De todas formas, me preparé el desayuno y subí al auto apurado… conduje a mil por hora en las calles congestionadas de esta ciudad y llegué al trabajo un poco atrasado, lo de siempre… -Hola José- me dice la secretaria del periódico, una niñita de 18 años que era nueva en el empleo, aunque no estaba mal con aquel terno rojo: -Hola Débora…- le respondí.
El periódico “Oxímoron” era una franquicia enorme: una oficina angosta y ruidosa con un escritorio, un computador, lápices y una placa con mi nombre, precedido de un curioso “Dr.”, yo no era ningún doctor en nada solo era el… redactor de los anuncios clasificados, algo a la vista insignificante pero en realidad mi trabajo se trataba de un pilar fundamental en el periódico más leído de la capital, pues… ¿Qué periódico funciona sin clasificados?, me senté en la silla, de esas que giran, me preparé un café y sonó el teléfono:
-¿Aló, periódico nacional Oxímoron, anuncios clasificados a la orden?- digo después del estridente ring
-Buenas tarde señor…- un hombre viejo, cansado y aburrido al juzgar por la voz –quiere poner un anuncio
-Adelante…
-¿Cuánto cuesta?
-23 dólares un anuncio relativamente pequeño
-¿lo redacta usted?
-Claro
-Pues bien
-Dígame
-Quisiera anunciar la venta de…
-¿De qué?
-De mi alma- entonces me quedo pensando un momento -¿alo?- pregunta la voz del otro lado ante la espera.
-Verá señor, este periódico no sirve para hacer bromitas estúpidas- digo enfurecido y cuelgo el teléfono con fuerza… pero no me había dado cuenta que todos en la enorme sala se percataron de mi arranque de iras, unos periodistas importantes me miran desde el exterior de la oficina. El teléfono suena otra vez…
Ring, ring, ring… tomo un respiro y… -¿Aló, periódico nacional Oxímoron, anuncios clasificados a la orden?
-Disculpe vuelo a llamar porque…- se trataba de la misma voz
-Mire, no me haga perder el tiempo
-Es que…
-Es que ¿qué?
-Es
Soñaba que yo corría por una calle inmensa y muy grande… iba vestido con mis pijamas celestes, en frente de miles de rostros que miraban desde las aceras, aquellos rostros eran oscuros e impenetrables, no mostraban ningún tipo de emoción al verme, solo yo era el desesperado… de súbito cambiaba la situación, la calle se iba haciendo angosta y yo me desesperaba aún más: mis piernas seguían corriendo sin aminorar el paso, aunque mi cerebro intentaba detenerlas, ellas solo querían correr, y pronto parecía que yo me iba a golpear con la multitud, la acera crecía y la calle se iba haciendo pequeña… de pronto empezaba yo a llorar sin detenerme y los rostros reían a mi alrededor, las risas me desesperaban y ahora yo gritaba como loco…. Aaaaaaaaaaah!!! Y de pronto despertaba en mi habitación azul, rodeado del vacío total: mi cama y el sol que me pegaba en el rostro. –José…- llamaba una voz desde la cocina, medio dormido respondí: -ya voy…
Inconciente todavía por esa muerte temporal, me empecé a vestir para el trabajo y de pronto me puse a pensar: -¿Y esa voz?, no pudo haber sido de nadie porque aquí vivo… solo yo…-, me aterroricé, lógicamente, esa voz era femenina y suave, había dicho mi nombre con tal dulzura… José
De todas formas, me preparé el desayuno y subí al auto apurado… conduje a mil por hora en las calles congestionadas de esta ciudad y llegué al trabajo un poco atrasado, lo de siempre… -Hola José- me dice la secretaria del periódico, una niñita de 18 años que era nueva en el empleo, aunque no estaba mal con aquel terno rojo: -Hola Débora…- le respondí.
El periódico “Oxímoron” era una franquicia enorme: una oficina angosta y ruidosa con un escritorio, un computador, lápices y una placa con mi nombre, precedido de un curioso “Dr.”, yo no era ningún doctor en nada solo era el… redactor de los anuncios clasificados, algo a la vista insignificante pero en realidad mi trabajo se trataba de un pilar fundamental en el periódico más leído de la capital, pues… ¿Qué periódico funciona sin clasificados?, me senté en la silla, de esas que giran, me preparé un café y sonó el teléfono:
-¿Aló, periódico nacional Oxímoron, anuncios clasificados a la orden?- digo después del estridente ring
-Buenas tarde señor…- un hombre viejo, cansado y aburrido al juzgar por la voz –quiere poner un anuncio
-Adelante…
-¿Cuánto cuesta?
-23 dólares un anuncio relativamente pequeño
-¿lo redacta usted?
-Claro
-Pues bien
-Dígame
-Quisiera anunciar la venta de…
-¿De qué?
-De mi alma- entonces me quedo pensando un momento -¿alo?- pregunta la voz del otro lado ante la espera.
-Verá señor, este periódico no sirve para hacer bromitas estúpidas- digo enfurecido y cuelgo el teléfono con fuerza… pero no me había dado cuenta que todos en la enorme sala se percataron de mi arranque de iras, unos periodistas importantes me miran desde el exterior de la oficina. El teléfono suena otra vez…
Ring, ring, ring… tomo un respiro y… -¿Aló, periódico nacional Oxímoron, anuncios clasificados a la orden?
-Disculpe vuelo a llamar porque…- se trataba de la misma voz
-Mire, no me haga perder el tiempo
-Es que…
-Es que ¿qué?
-Es
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Encontré novedosa tu idea de las almas. Al principio y al final se vio una historia más o menos que se entendía, creo que en el desarrollo en si de la historia hubo algunos momentos en los que me perdí. Tuve que leerla dos veces para entenderla.Un infierno de almas. Mejor no quedarse ni con la propia.
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