


Nina. Capítulo I
Nina camina sin rumbo. La noche está bien avanzada y realmente le da igual a dónde la lleven sus pasos. Sólo quiere andar, perderse, dejar tras ella los pensamientos como deja atrás las baldosas una vez pisadas. Arde otra vez la herida en su pecho, no sabe que hacer ya para apagarla.
Las anchas calles aparecen teñidas con una ténue luz amarillenta, ilumina apenas pedazos de calle.
Su involuntaria ruta cuadrangular la ha llevado a la puerta señalada con una Flor de Lis. Un antiguo farol de cristal con el nombre "Biblioteca Pública" sobre ésta, brilla pobremente en la oscuridad de la noche. Las enormes puertas de madera están cerradas, pero conoce la entrada lateral, donde hace muchos años hubo un local y una escalera que conectaba con la biblioteca.
Llama a la puerta, dos golpes, tres y de nuevo dos. Se abre una pequeña mirilla y ella le acerca un pequeño tatuaje que lleva en la parte interior de su muñeca. La puerta se abre.
—¿Qué es lo que te trae otra vez aquí? ¿Acaso te has rendido?
Ella no sabe qué contestar. Su inconsciente sabe lo que le hace falta y procura que lo tenga.
—Necesito...
—Claro, no me hagas caso. Entra.
Subiendo unas escaleras llega al rellano donde una figura de la estatua de la Libertad con la antorcha apagada la mira con frialdad. Piensa en las otras dos que ha visto por el mundo.
Un hombre ataviado con un traje oscuro, la chaqueta sobre un jersey negro de cuello alto, peinado impecable, sale a recibirla.
—Buenas noches, Nina —sonríe y deja ver sus colmillos relucientes. —No importa el motivo, eres bienvenida. Sabes que es la última vez, que no hay marcha atrás.
—Si.
Traspasan las puertas y se adentran en otro siglo.
Miles de libros antiguos encerrados en vitrinas forran las paredes hasta el techo, decorado con cenefas doradas y brillantes lámparas. Huele a papel y a madera viejos. Entran en una sala lateral, con sillas para las pequeñas exposiciones y el hombre, activando un resorte, abre una puerta entre las estanterías.
Ella conoce el recorrido, igual que conoce la sala interior y el sofá de piel negra donde se sienta, acomodando su cuerpo. Desabrocha el cuello de su camisa y recoge su melena a un lado. Cierra los ojos. Sin miedo.
Nota como el hombre del traje oscuro se instala a su lado. Se estremece al sentir por unos instantes su cálido aliento sobre la piel al inclinarse sobre ella; en un beso mortal clava los afilados colmillos en su cuello, en el hueco entre la mandíbula y el hombro. Horadan su piel y penetran obscenos en su torrente sanguíneo.
Lentamente su conciencia se va diluyendo en un dejarse ir extasiado, el mayor placer que se puede percibir, y la embarga una gran felicidad antes de dar fin a su realidad.
Los segundos se alargan indefinidamente en el apasionado y letal beso. Finalmente el hombre se levanta y dirigiéndole una casi tierna mirada, abandona la sala.
Nina parece dormir entre hermosos sueños, su rostro en paz, su brazo colgando fuera del respaldo, donde se puede ver una pequeña Flor de Lis tatuada en su muñeca.
Continuará...
y comenta
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Gracias, agradezco tu comentario, Pamela. Abrazosme encantó este relato. gracias , un abrazoTe agradezco el comentario, Lisa. SaludosMe ha gustado mucho. Hace tiempo que no leía un relato tan vivo.Me alegro mucho de que lo hayas disfrutado. Espero que el resto de la historia te guste igualmente. Un fuerte abrazo desde España, querida Yazmin.Siento una gran fascinación por las historia de vampiros. tu relato es maravilloso me ha encantado. Disfrute cada palabra, cada linea voy por los demás capítulos. Un abrazo desde Colombia.Me alegra saber que te gusta, Francesc. La biblioteca, aunque no he querido mencionar su nombre en el relato, es una preciosa joya oculta de Barcelona, la Biblioteca Pública Arús y la he descrito tal como la recuerdo. Estando ahí hace años, ya pensé que podían haber habitaciones ocultas... El tema vampiro... siempre me ha impresionado un poco, ya sabes, miedo de niña, intriga más tarde. Suerte con el técnico! Abrazos¡Ah continuará! Confieso que con este relato me has vuelto a sorprender. Me ha gustado el bárroco y lúgubre ambiente que describes, así como la actitud de la chica. Exactamente era eso lo que pasaba con las mujeres vampirizadas en DRÁCULA. Ellas se extasiaban. Te mandé unos mensajes en la otra página que sigue igual, pero se han borrado. Mañana iré al técnico para que me lo mire. Tal vez haya que cambiar la casilla. Si no he ido antes, ha sido porque la tienda estaba cerrada.Desde luego, estoy totalmente de acuerdo con esa afirmación, Cometa y bro. Abrazos a los dosUn libro a veces nos sirve para aplacar nuestra alma un saludo