


Microrelato
Ese par de pechugas que doblan la esquina ¿son hembras? A mí me lo parecen (El rubio: sosteniendo un Alfil entre pulgar e índice boca medio abierta y grasa de pescado en la barbilla) Yo como que tuve una hembra…creo (mierdaperro tratando de recordar para qué los pezones se le paraban a esa) Da igual y de todas formas jaque -le canta El rubio con la risita tonta de los colmillos ausentes (diagonal negra frente al Rey adversario. Se mira las manos: surcos, pellejos sin remedio, lunares color de leche) Maricón putañero, le susurra mierdaperro con acento parisino (ahora dizque francés –lo burla El rubio- francés mis cojones) pero te la reboto y no doy ventaja: torre come Alfil y te mando al carajo (desnudo las bolas me llegan al piso, da como asco mi sombra en pelotas) Igual lo reviro. Debió fijarse en el peón de silencioso vuelo: un pasito adiós y mate. Ya te jodí rubio del carajo. El rubio se sonríe y Mierdaperro le guiña un ojo (le arrechan la muleta infame y su pie deforme) Entre los dos acomodan las piezas para mantener intacta esa frágil tregua que les permite el olvido (el rubio tose y mierdaperro enciende un cáncer)
y comenta
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Gracias Gustavo, por tu visita y tus palabras...Buen micro, me gustòGracias Carlos por tus palabras. De aluguna manera todos tenemos ese pedacito del que nos agarramos, para nosotros es la escritura, seguramente. Saludos...Todos queremos ser Rey, Gracias por venir Amigo Jovato. Saludos...Quiero ser reyPartida de ajedrez entre dos personajes decadentes (como somos la mayoría). El juego, el equilibrio, afortunadamente les permite el olvido de su miseria existencial. Gran micro. Saludos
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Mi amor de novela (quién no ha tenido uno así) en pocas o muchas palabras, aunque en realidad no cabe en ninguna.
El presente relato, y los que seguirán hasta que se mencione otra cosa, está incluido en el volumen titulado "Mitómano y Otros Roedores" Un pequeño homenaje al maestro del humor absurdo.
Historias de Duque y Martín: final con una aclaratoria.
Es un estigma mi insomnio; cuando me ataca suelo hacer y decir cosas más bien extrañas. Están las placenteras y divertidas, las que son un tanto más oscuras, y las impronunciables. Hoy, por suerte, solo me distraje en remedar un poquito a mi querido Don Francisco (De Quevedo, se entiende) y escribir para ello un soneto algo burlón. Eso sí, nada de medidas, diptongos, sinalefas, etc., que paciencia para eso ni Dios la tiene.


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Un oldman alto, hosco, y feo; hastiado de cigarros, bares, y noches sin término (hembras que llegan y se van, botellas de Whisky, la vieja escuela, el último dinosaurio, y así de pendejadas una detrás de la otra) Me aburre el sexo sin caras ni compromisos (ya tuve suficiente de esas pajas modernistas) Hoy día no me gustan los bares: parecen agujeros para heridos de guerra. Me gustan las personas y los perros (“Esa misteriosa devoción de los perros”, decía Borges) Amo a mi hija y a mi nieta: mis únicas dos rosas, mis últimas palabras. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.