


Pietro despierta solo...
La noche transcurrió sin sobresaltos. Me gustaría contar que fue así, pero la fiebre estuvo dándome problemas. A ratos sentía escalofríos y me tapaba con la manta. Otras veces me abrasaba de calor. Fue una tortura que pasé cómo pude. Inquieto y dando vueltas en la cama prestada.
-Te venceré maldita fiebre.-Murmuraba entre dientes mientras sufría sus ataques traicioneros que me agitaban en la sudada cama.
Abrí los ojos molesto por la luz que se colaba por la persiana entreabierta. El día había vencido a la noche. Me levanté a duras penas con el cuerpo dolorido, cómo si me hubieran apaleado, pero seguía luchando.
-Parece que Tobías se fue al colegio...-Recordé al ver la cama de arriba deshecha y vacía. No me enteré de su marcha.
Salí de la habitación caminando con pasos torpes. Me sentía débil. Entré en el lavabo. Abrí el grifo del lavamanos y dejé correr el agua fría. Me espabilé lavándome la cara. Miré mi cara en el espejo rajado. Las ojeras delataban la terrible noche pasada.
-Necesito una ducha para quitarme este olor a muerto...-Dije a la vez que me desnudaba dejando la ropa sudada en el suelo. El pijama prestado de Tobías olía a sudor reseco.
Me metí en la ducha y abrí el grifo dejando correr el agua sobre mí. Sentía cada gota caliente en mi sufrido cuerpo cómo una liberación. Por fin me libraba del maldito olor.
El jabón hizo su milagro y salí de la ducha cómo nuevo.
-Tengo hambre...-Mi barriga vacía se quejó a gritos. Regresé desnudo a mi habitación y me puse mi ropa. Ya podía ir a la cocina.
La casa estaba silenciosa. No veía a nadie. Me habían dejado solo de verdad. Yo confiaba en que Tobías cuidase de mí, pero el colegio debía ser más importante que el jefe de su pandilla.
-Ya veo que tendré que espabilarme solo...-Hablé conmigo mismo decepcionado con mi único mejor amigo.
-Creo que bajaré a tomar el aire...-Nadie impediría que Pietro saliese a la calle para disfrutar del sol de la mañana.
Dirigí mis pasos a la puerta de la entrada. A su lado colgaba un llavero. Lo cogí sin dudarlo y salí de mi encierro.
Continuará...
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Soy un currante de oficina, hago manuales de productos sin alma, pero es un trabajo que me da de comer, pago facturas y me permite vivir cada día pendiente de si el cielo caerá sobre mí... A parte de mi profesión, mi afición es escribir relatos donde dejar volar mi imaginación con tendencia a la ironía... Llevo publicados ocho libros en Amazon. Saludos cordiales, Rafael Núñez Abad