


El que nuestro pasado remoto, nuestro inicio como civilización y como especie, estuviera entroncado con seres de las estrellas, me parecía una idea sumamente romántica y bella.
Trabajo, dedicación, y mucho esfuerzo está detrás de HIJAS DE CAÍN, mi primera novela reciéntemente publicada y que me ha llevado años escribir.
Recuerdo cuando siendo apenas un niño vi la película Stargate (Puerta a las estrellas), me dejó fascinado. El que nuestro pasado remoto, nuestro inicio como civilización y como especie, estuviera entroncado con seres de las estrellas, me parecía una idea sumamente romántica y bella.
Pero me supo a poco, así que busqué durante mucho tiempo en la literatura y en el cine obras que desarrollaran esa idea, y aunque es cierto que encontré algunas joyas con las que disfruté mucho, siempre quería más.
Así que al fin, decidí escribir la historia que me hubiera gustado que alguien escribiera para mí. Y en el proceso, paralelamente a la historia de mis personajes y ante mi sorpresa, yo vivía mi propia aventura, una aventura larga y costosa que me llevó a cambiar junto con ellos.
Ante tal esfuerzo muchas han sido las noches en las que me preguntaba por qué lo hacía, me preguntaba qué me llevaba a sentarme casi todas noches a desarrollar la historia, a evolucionar a los personajes, y a unir todo en un gran final cómo si fuera un director de orquesta que aglutina todos los sonidos de violines, pianos y chelos en un apoteósico final de concierto.
La razón es que me lo he pasado genial escribiéndola. Los personajes han pasado a ser parte de mí para siempre, y cada noche, día tras día, me reunía con Patricia, con Lorién y con los demás, y vivía sus aventuras junto a ellos, me removía inquieto viendo las conclusiones que Lorién iba sacando en su sorprendente investigación, me emocionaba cuando miraba a los ojos de Patricia encontrando un amor sincero y arrepentido, me envalentonaba cuando Carlos hacía frente a peligros que a mí, me hubieran hecho gritar como a un maldito cobarde.
Cuando pasaba un tiempo sin sentarme a escribir los echaba de menos, y sé que ellos a mí también, porque se asomaban a mi cabeza a ver si estaba bien, deseosos de seguir con sus aventuras, con sus intrigas y con sus amores, y yo les decía que sí, qué solo necesitaba un tiempo de descanso para seguir disfrutando de sus vidas, y para guiarlos en la increible aventura que estaban viviendo.
Y así, noche tras noche, hasta que con un nudo en la garganta llegó el momento de despedirnos, no se sí fue un adiós o un hasta luego; pero siempre me llevaré el recuerdo de como me miraba Lorién, con aquella sonrisa sincera, diciéndome gracias, recordare los ojos llenos de emoción de Patricia, de los que resbalaba alguna lágrima fruto del adiós, y del rostro duro de Carlos, que me guiñó un ojo justo antes de darme la espalda y comenzar a andar hacia el horizonte.
Y así acabó la historia, así terminé de degustar el veneno que es esto de escribir, y que a buen seguro los que esteis leyendo estas palabras sabreis de la tremenda adicción que provoca, que se mete en tus venas y emponzoña tu corazón, y cuando te das cuenta ya no bombea sangre sino tinta, la misma con la que los que amamos escribir seguiremos contando historias para siempre, pase lo que pase.
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¡Y tanto que sabemos lo que es el veneno de escribir! Incluso muchos escriben para darle un sentido a sus rutinarias vidas. Lo que cuentas es compltamente verdad. Hay un punto en que los personajes tienen su propia vida, y uno les tiene que seguir sin perder el hilo de la historia. Y cuando termina ls novela, uno se queda como vacío, y tal vez más solo que nunca. Me ha encantado lo que explicas.Me siento identificado contigo... También sufro por mis personajes escribiendo "Pietro"... Llevo casi dos años y, a veces, tengo la tentación de dar por acabada la historia, de cerrar en falso... Pero debe tener un final a la altura de Pietro... Saludos cordiales, Rafa Núñez
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Miro las llamas, y de ellas brotan multitud de retazos de una vida ya vivida...
Y yo, mientras veo las frías nubes correr por el cielo a kilómetros de altura, pienso que puede que Camus tuviera razón.
El que nuestro pasado remoto, nuestro inicio como civilización y como especie, estuviera entroncado con seres de las estrellas, me parecía una idea sumamente romántica y bella.
Muchos incautos han intentado conocer sus secretos, pero muy pocos han podido regresar vivos para contarlo.
El amor de dos amantes en mitad de una Europa carcomida por el odio.
Lo que ocurrió en aquella pequeña iglesia de Etiopía hace más de ochenta años desencadenó unos acontecimientos que casi nadie fue capaz de imaginar...


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Al fin puedo brindaros esta magnífica historia. Acompaña a Lorién en una increíble aventura con la que recorrerás los rincones más recónditos de Oriente Medio y África en la búsqueda de un secreto que cambiará el mundo para siempre. Disponible en el enlace web.