


Eran las 4:07 am.
Eran las 4:07 am.
Rolando había pasado una noche terrible, el efecto del alcohol recaía sobre sus pensamientos, todo giraba, con 5 grados de temperatura sudaba, se retorcía, detalles de aquella noche de fuego le salían a memoria mientras su cuerpo se retraía, grandes gotas de sudor le corrían por todo el cuerpo, pensó que estaba entrando en una sobredosis, era mucha la droga que había consumido hace horas atras, gritaba del dolor que le producían las pulsaciones en su estomago, era una sensación demoniaca, parecía que alguien quería salirse por sus tripas, no lograba controlar los movimientos de su cuerpo, era mejor morir que estar sufriendo aquella serie de efectos secundarios, cuando al voltear la vista hacia la puerta de su cuarto, estaba allí, estaba él, que demonios hacía otra vez allí, Rolando podía haber jurado que lo vio morir junto a sus padres, nunca supo de donde había salido, ni quien era, que hacía, que quería, porqué lo miraba de esa manera tan extraña, no parpadeaba, sus movimientos aunque eran pocos, eran extraños, tenía la cara alargada y una barbilla pronunciada, los ojos hundidos y su cabello era largo, aunque en ocasiones carecía de cabello, no sabía definir su sexo, si era mujer, u hombre, estaba siempre de negro, con una sotana que dejaba ver cortes de los cuales salía sangre mezclada con heces.
¿Qué quería? ¿Quién era?
Sólo lo miraba del otro lado de la cama, Rolando lo maldijo todo lo poco que podía, con las pocas fuerzas que aún le quedaban, su cuerpo se movia de formas inapropiadas, saltaba y cada movimiento era un infierno para Rolando que le dolía hasta el poco aire que respiraba, buscaba sin ningún éxito el arma que dejó bajo la cama, quería acabar con ese maldito ser de una vez, o sino acabar con su misma vida, que ya estaba harto de vivirla, de vivir para huir de esa criatura, era un infierno cada vez que aparecía de nuevo, hacía ya tiempo que no aparecía, concretamente desde el día en que le ordenó incendiar su casa, que sólo así podía deshacerse de él, con fuego y humo, pero lo que Rolando no pudo preveer, era que sus padres estaban esperando por él dentro...
y comenta
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Raro. Me gusta. La lectura se hace un poco torpe porque decidiste no usar punto y seguido. Se atiborran las palabras. Me hubiese gustado más descripción, no da tiempo ni ganas de entrar en situación.
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Intentas hacer tu propio camino, pasear tus propias veredas, pero no cuentas con el hecho de que soy más parte de ti, que mucha de tu sangre...
Serán tus noches, y tus días una línea de recuerdos que te llevaran de nuevo a casa.
Ahora sabes lo que es morir, pero sigues teniendo el deseo de querer repetirlo.