


-De poco te sirve ir cada día, es perder el tiempo. -Decían los que no la conocían.
Perdí a mi pareja, mi casa, mis amigos ya no me soportaban y mis conocidos ya no me llamaban para sus noches de juerga, mis tarjetas estaban al límite al igual que mi carácter, mi dulzura se tornó agria, mis rizos de oro se transformaron en estropajo color amarillo, pero todo tenía su porque.
Me quedé en mí más preciada soledad, todos a los que amé desaparecieron con excusas baratas y lágrimas de cocodrilo, compadeciéndose de mí y abrazándome unos segundos para sentirse mejor con sus propias conciencias. ¿Pensaban realmente que era tan estúpida?, sin embargo siempre fui más feliz viviendo en el desconocimiento, como dijo un memorable inglés: En la amistad y en el amor se es más feliz con la ignorancia que con el saber.
Pasé varios años yendo a visitarte, te hablaba, te masajeaba, te estimulaba con tus canciones favoritas, leyendo a tus escritores preferidos, con la esperanza que pestañearas, que reaccionaras, un día tras otro, todo el tiempo que fuera posible, las horas que me dejaban estar contigo solía tenderme a tu lado como tantas noches lo hiciste tú en mi niñez, protegiéndome de la oscuridad y defendiéndome de quimeras.
Me aferraba a ese tanto por ciento de posibilidades, esperando un recuerdo, un nombre, un lugar en él que te sintieras como en casa sin embargo ya no aguantaba más la incertidumbre de saber si podías acordarte de mí, tu enfermedad se hacía dueña de tu cuerpo y las dudas se apoderaban del mío y de mis sueños y volvía a recaer, de nuevo el Whisky hacía todo el trabajo convirtiéndose en mi aliado, volví a ser pequeña y débil, desprotegida y muerta de miedo.
En la misma cama como tantas veces, te abracé, apoyando tu cabeza en mi pecho, las lágrimas se derramaban por mi rostro cayendo y rompiéndose en tu impecable bata blanca, de repente todas mis dudas se disolvieron cuando escuché:
-No llores hija.
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Hay ocasiones en las que no sirven medicamentos, ni médicos ni ciencia, sólo el amor, la constancia y el ímpetu, la actitud y perseverancia, el empeño y la disposición.
Hay ocasiones en las que el amor todo lo cura.
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Un lindo relato. El amor, la constancia, la actitud y tantas otras cualidades pueden llegar a mover montañas. Te felicito 5*Pensé que iba a captarlo al final, pero me anticipe sin darme cuenta. Me ha parecido un gran relato, sentí como esa persona protectora, que ahora intercambiaba los papeles se consumía por el día día, del cuidado, de no poder vivir en tranquilidad, debido a estas enfermedades que postran y te dejan sin salida alguna, sabiendo que hay que estar en cada momento, hasta que esa persona no de más la pelea innecesaria. Por qué lamentablemente sabes que no habrá una solución.Me encanto 😊😊Sentidas palabras, seguramente dictadas por tu corazón. Saludos