


relato porno II
Humor |
13.03.09
Sinopsis
Clementino pronto se dio cuenta de que su atractivo era fuera de lo común. Es un hombre que puede follar cuando quiere y con la tía q se le antoje, así de bueno está Clementino. Pero no os penséis q todo es tan sencillo en su vida, a veces sufre y siente el peso de su propia existencia al plantearse dilemas q ningún Kant ha llegado a barruntar.
Es cierto, no lee, teme q eso pueda convertirle en feo o que se le acorte el pene , tampoco visita galerías de arte, ya que eso podría arrebatarle la hermosa melena q luce y los trabajados músculos q impresionan tanto a sus conquistas. Aun y así, por las noches, en la penumbra, bajo la tenue luz de una vela, piensa en lo feliz q se siente, en lo desdichados q deben ser aquellos hombres q no pueden follar tan a menudo como él. Son las mismas cavilaciones las que le convierten en un héroe, casi en un mito del siglo XXI. Después se masturba, así invoca a Morfeo, Clementino. Despliega su pene y zas, arriba y abajo sin parar hasta que al fin llega al éxtasis, después cae rendido y duerme tranquilamente. Anoche soñó con la primera felación que le regaló una mujer.
Él tenía apenas 13 años, estaba enamorado de una niña de su misma edad, iban juntos a clase y a menudo hablaban y jugaban como lo harían dos buenos amigos. Un día por la tarde, estando en casa de Zoraida, así se llamaba la hermosa niña, sucedió el memorable acontecimiento. Su madre les llevó unos pastelitos al salón, y les dijo que los dejaba solos, pues tenía q marcharse urgentemente.
- ¿Y si me la chupas? - le propuso Clementino a Zoraida, ella, absolutamente avergonzada y perpleja a la vez, enmudeció. Clementino se lo volvió a preguntar, -¿Y si me la chupas?-. Zoraida no sabía bien q responder, la frente se le perló y las mejillas se le encendieron sobremanera, la pobre deseó desaparecer en aquel instante. -Si tu quieres… -dijo ella titubeando-vamos al lavabo pq podría llegar mamá- Clementino estalló del júbilo y no pudo evitar hacer un gesto con el puño como si celebrase una victoria, aquella respuesta lo fue. Ella no sabía q era una cuestión muy particular. Hasta el momento ninguna chica había sido capaz de negarle ninguna proposición sexual.
Fueron al lavabo, Clementino tenía la polla apunto, turgente y dura como pocas veces la había tenido antes, sentía que era más fuerte, que ella también disfrutaría sintiendo su miembro en la boca.
Él se apoyó contra la pared, antes se había bajado los pantalones, que todavía llevaba puestos, no le pasaban por culpa de las bambas y, evidentemente, no iba a descalzarse. Ella se agachó y miró asombrada el calzoncillo de Clementino, una lanza apuntaba a su boca y ansiaba tenerla entre sus manos, verla y sentirse ama de aquel escenario, tan fuera de lo común para la edad q tenían.
Es cierto, no lee, teme q eso pueda convertirle en feo o que se le acorte el pene , tampoco visita galerías de arte, ya que eso podría arrebatarle la hermosa melena q luce y los trabajados músculos q impresionan tanto a sus conquistas. Aun y así, por las noches, en la penumbra, bajo la tenue luz de una vela, piensa en lo feliz q se siente, en lo desdichados q deben ser aquellos hombres q no pueden follar tan a menudo como él. Son las mismas cavilaciones las que le convierten en un héroe, casi en un mito del siglo XXI. Después se masturba, así invoca a Morfeo, Clementino. Despliega su pene y zas, arriba y abajo sin parar hasta que al fin llega al éxtasis, después cae rendido y duerme tranquilamente. Anoche soñó con la primera felación que le regaló una mujer.
Él tenía apenas 13 años, estaba enamorado de una niña de su misma edad, iban juntos a clase y a menudo hablaban y jugaban como lo harían dos buenos amigos. Un día por la tarde, estando en casa de Zoraida, así se llamaba la hermosa niña, sucedió el memorable acontecimiento. Su madre les llevó unos pastelitos al salón, y les dijo que los dejaba solos, pues tenía q marcharse urgentemente.
- ¿Y si me la chupas? - le propuso Clementino a Zoraida, ella, absolutamente avergonzada y perpleja a la vez, enmudeció. Clementino se lo volvió a preguntar, -¿Y si me la chupas?-. Zoraida no sabía bien q responder, la frente se le perló y las mejillas se le encendieron sobremanera, la pobre deseó desaparecer en aquel instante. -Si tu quieres… -dijo ella titubeando-vamos al lavabo pq podría llegar mamá- Clementino estalló del júbilo y no pudo evitar hacer un gesto con el puño como si celebrase una victoria, aquella respuesta lo fue. Ella no sabía q era una cuestión muy particular. Hasta el momento ninguna chica había sido capaz de negarle ninguna proposición sexual.
Fueron al lavabo, Clementino tenía la polla apunto, turgente y dura como pocas veces la había tenido antes, sentía que era más fuerte, que ella también disfrutaría sintiendo su miembro en la boca.
Él se apoyó contra la pared, antes se había bajado los pantalones, que todavía llevaba puestos, no le pasaban por culpa de las bambas y, evidentemente, no iba a descalzarse. Ella se agachó y miró asombrada el calzoncillo de Clementino, una lanza apuntaba a su boca y ansiaba tenerla entre sus manos, verla y sentirse ama de aquel escenario, tan fuera de lo común para la edad q tenían.
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Me gusta este más que el otro, ya que me perdí entre Clementino y Carlos ;-)jajjajajaj esta muy buena
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