


También los hispters tienen su corazoncito
El cabello corto y ese aire
a lo Verónica Echegui.
Resuelta, independiente.
Risueña y expansiva.
Eras —eres— una mujer
turbadoramente sexy.
Reconozco el placer
de nuestra interminable
conversación sobre cine;
no tanto el de tu interés
por este festival o aquél
y sus partícipes ubicuos.
Paladeo la urgencia
sobrevenida en tu sofá,
tras habernos bebido
hasta la última gota de alcohol
de la nevera y los armarios
—la crema de orujo,
obsequio de la boda
de alguna prima, incluso—.
Y cómo caimos sobre
nuestros outfits respectivos
— Bonita camisa a cuadros.
— Muy amable, gracias.
con la feroz rapacidad
de unas rebajas.
Aunque siento un poco de
vergüenza retrospectiva
por la torpeza exhibida,
no creas que unos pitillos
son indumentaria de extracción
precisamente fácil;
conque imagínate dos pares,
y además entrelazados.
O no lo hagas,
no te hace falta.
Porque tú también lo sabes.
Si entonces salí por patas
—la verdad, hoy quizá
no lo habría hecho—,
fue porque, ya en el dormitorio
y muy emocionada
—está feo que yo lo diga
pero no era para menos—,
sacaste unas esposas...
Presta a inmovilizarme
y quién sabe qué otras cosas.
y comenta
-
Un honor gustarle a alguien con tan buen gusto, valga la redundancia. En efecto, esa es la idea. No versificar de manera opuesta a la tuya, que me parece brillante; sino que el verso fluya de la manera más natural posible, sin que por ello caiga en la vulgaridad.Tienes un verso fluido y espontáneo. Aunque es casi lo opuesto a mi forma de versificar, me gusta.