


Me gusta cuando llega la noche, noche fiel, acompañada de la luz del cielo y de un cigarrillo.
Un cigarrillo que puedo fumar sin preocupaciones, sin comentarios, sin prejuicios, sin alboroto.
¿Porqué lo hago? ¿Porqué me hago daño? ¿Porqué el vicio? ¿Porqué?
No hace falta, estoy consciente del daño y me gusta.
Todos tenemos gustos dañinos, ¿No?
Como tú y tu recuerdo, por ejemplo.
Cuando pienso en tu mirada, en tu voz, en tus manos tan lejanas.
Cuando pienso en aquel tiempo, noches largas, infinitas.
Cuando pienso en todo el tiempo que ha pasado, sin verte, sin hablarte.
Todo eso me hace daño.
Tú y el cigarro.
El cigarro y tú.
Ambos son mi daño.
Ambos me matan de a poco.
Pero los disfruto, y los guardo como un preciado secreto.
Secretos que, gracias a que lo son, me hacen sentir libre.
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Me encantó. Felicidades, kfMuchas gracias por sus comentarios!Reconozco que me causan cierta fascinación los textos donde la nostalgia es la verdadera protagonista. Supongo que porque también yo llevo sobre mis hombros una importante carga de nostalgia... Me pareció, además, acertada la comparación entre el cigarrillo y el recuerdo de él, ambos dañinos, ambos irresistibles.Muy profundo y se reconoce del amor, esa parte oscura, que casi siempre todos negamos.