


Estaba atenta a códigos que yo misma había generado
Ser bilingue fue un problema en la infancia ? Me di cuenta que éramos diferentes cuando ya cumplidos mis seis años, me encontré frente a una monja, en un edificio que me pareció muy grande y mi madre me explicó que era el colegio al que iba a ir.
Yo solo sentía una pequeñez que contrastaba con esas galerías enormes, que amenazaban con aplastarme en mi fantasía, pero juiciosamente, estaba callada, no entendía ni una palabra del castellano, solo disfrutaba imágenes de paraguitas, caramelos, casitas, dibujados en el pizarrón, con diferentes colores de tizas y el cuento de los tres chanchitos y el lobo, hechos en cartulina.
Pero escuchaba una voz muy suave, la de la madre Nieves, que me abrazaba y yo me hundía en su regazo resguardándome del miedo de ese lugar extraño para mi.
Me había inventado códigos propios, las personas eran clasificadas, por la suavidad de las voces y la dulzura o dureza de sus miradas.
Varias nenas lloraban, yo no entendía porque, una de ellas se hizo pis, y más lloraba y yo no entendía porque, solo sentía que algo malo les estaría pasando y que me estaba contagiando porque algo muy feo se me encogía en el pecho y me llegaba a la garganta, pero me estaba prohibido llorar, eso era de gente escandalosa, según decía mi madre.
Volver a casa, era toda una aventura unas vecinas estaban encargadas de mi, y me subían y bajaban del transporte como si fuera una muñeca, hasta que me depositaban en la puerta de mi hogar, hasta el día siguiente.
Mientras me sacaba el uniforme, le dije a mi madre, que yo no entendía lo que hablaban en el colegio, y ella me contestó que no importaba que era fundamental que no perdiéramos el idioma y las costumbres de casa, porque cuando volviéramos a nuestro hogar, en Croacia, como íbamos a hacer? Si mi madre hubiera leido mis pensamientos, yo no quería que me llamaran gringa , ni vikinga, solo ansiaba llamarme por ej Perez o Martinez para ser igual que las otras nenas...
Con bastantes inconvenientes, pero me encantaba ir al colegio, de a poco fui aprendiendo el castellano, e incorporando las costumbres que me enseñaban las monjas y mis compañeras.
No quería faltar por nada del mundo, no había enfermedad o malestar que me impidiera cada mañana muy temprano traspasar las puertas del enorme edificio. A la mañana tenía clases y a la tarde clases de piano con la madre Corazón.Una monja muy buena que hacía honor a su nombre.Pero nada era perfecto, antes de la clase habia que limpiar la sala...
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Gracias Yolanda!!!Ser bilingüe es una suerte.Aunque en tu niñez lo pasases mal. Hoy te comunicas fenomenal, mereció la pena, Un saludo Agnes.Gracias Axouxere.AbrazoQué tierno ! Me alegro que todo cambiara para bien !Un abrazo cielo.Hola Jovato, saludosGracias por tu comentario francesc miralles, opino igual que tú, de hecho en casa hablamos varios idiomas, el relato apunta a introducir a una niña, de cabeza y sin herramientas a una cultura diferente con su idioma y costumbres respectivas, cuesta un poco, es un sobre esfuerzo...Comprendo muy bien cómo te debiste sentir este primer día en la escuela, y más en tu caso. Yo soy de Barcelona y habla el catalán y el castellano, y soy partidario de que hay que ser bilingüe o trilingüe y más. En mi territorio hay disputas por si se habla el catalán o castellano en las escuelas, y esto me parece una estupidez; es fanatismo de los políticos.es mucho mejor ser bilingue que tener una lengua bífida.......
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Dejar para mañana lo que se puede hacer hoy era muy mal visto en mi familia...y eso me impulsó hacia adelante como un viento muy fuerte en la espalda, como dice una canción, para que no retrocediera en algún ataque de cobardía que solía presentarse de la nada...
Cuando se apela a lo aprendido al querer es poder y a no dejarse vencer la tarea es ardua!