


Desnudo en verso de un ser antropomórfico.
Atavío el cielo, como las nubes,
engroso el aire, como una brizna
que se duele;
me parezco a un feto:
a un no nacido.
A veces, y no tan a veces...
vuelvo, vuelvo
del único sitio
del que no era posible volver.
Y es justo ahí...
en medio de la oscuridad,
en un sótano en las alturas,
donde me asombran, a veces,
efigies demacradas.
Estoy cansado,
cansado de oír la flauta
sonar como un piano,
cansado de barruntar
lo imbarruntable,
cansado de asirme a un hilo
y de tragar saliva hasta, casi,
brotar un mar de mi garganta.
Son docenas las que habitan mi alma,
en silencio, en un escrupuloso
y lamentable silencio.
¡Si me abriesen en canal!
¡Oh, si me abriesen en canal!
En ese caso sería domingo,
pero no un domingo cualquiera,
de los que hay tantos en un año,
sino un domingo soleado,
de los que apenas abundan,
de los que dan ganas de vivir,
de los que hay dos, o tres,
o cuatro... a lo largo de una vida.
Sí, sería un domingo de esos,
lleno de candor y rebosante de alegría.
Si fuese domingo,
¡Oh, si fuese domingo!
Mis intestinos serían un riachuelo
por el que mis ansias
navegarían por él
mientras de fondo,
igual que en las películas,
cantasen los gorriones.
Si fuese domingo
¡Oh, si fuese domingo!
caminaría silbando por el campo,
me reiría solo,
hablaría solo,
observaría solo,
respiraría solo,
sería solo,
y nada...
...nada podría echar de menos
Sería un vagabundo enclavado
en un bosque,
o un bosque antropomorfo,
sin ley, sin normas...
arrojado al abismo.
Sería, pues:
riachuelo, caminante y errático...
un domingo memorable.
Pero, para eso,
qué duda cabe,
tendrían que abrirme en canal,
y luego, luego,
luego ya no podría ser nada:
a lo mejor un suspiro,
quizá una gota,
acaso una migaja...
y comenta
-
Este relato no tiene comentarios
-
Este relato no tiene valoraciones
-
Quiero que te conviertas en mí, que puedas deslizar tus manos sobre el vacío y que su tacto, parecido al de las alas de una colosal mariposa, te recuerde al sabor de mi aliento