


Néstor cree haber encontrado la solución a todos nuestros problemas. Quizás estamos ante las puertas de la bendita felicidad y aún no lo sabemos. ¡Descúbrelo!
Néstor, escritor retirado por habérsele terminado el papel, pidió en su último libro que los lectores no rezaran más por él, que por fin había encontrado a alguien que lo hacía cada día y que lo había convertido en casi Santo.
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Pero esa mujer, que cada dos horas pasaba las cuentas del rosario invocando su protección, duró poco a su lado. Cuando el dinero se terminó la beata empezó a rezar por otro. Mal bicho. Así que de golpe y porrazo las cosas empezaron a irle mal. No podía sacarse de la cabeza la idea que la falta de oración era la causa de su desdicha.
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Paseando por una fría playa en invierno despues de una tormenta, mientras observaba el faro apagado del cabo, recordó lo que le decía su abuelo. El señor Rafael le explicaba que los faros nos iluminaban para enseñarnos el camino y que a su vez, nos recordaban los errores de pasado, para que los tuviesemos presentes.
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Pero la sabiduría de su abuelo poco valor tenía en esos días. La mayoría de faros estaban apagados, abandonados a su suerte. Los fareros habían envejecido y nadie quería ocupar ese puesto. Demasiada soledad. Demasiado frío. Entonces ató cabos y entendió la razón por la que todos andábamos tan perdidos en este mundo.
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El otro día navegando por internet vi que Néstor había iniciado un crowfonding para volver a iluminar nuestras costas y devolver la luz a los faros. A ver si lo logra y por fin recuperamos todos nuestro rumbo.
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Néstor cree haber encontrado la solución a todos nuestros problemas. Quizás estamos ante las puertas de la bendita felicidad y aún no lo sabemos. ¡Descúbrelo!
Es de buen nacido ser agradecido. Así se lo enseñaron en la escuela y así es como lo pone en práctica la agradecida protagonista de este microrrelato.
Los amores tóxicos nos destrozan, nos desarman, nos anulan. ¿Lograremos alguna vez desengancharnos de ellos? Los que lo han conseguido cuentan que de vez en cuando la nube de vapores tóxicos no les deja ver el camino.


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La Hescritora escribe microrrelatos hilados con pedazos de ella y de otros (sin su permiso) aderezados con ironía y locura cuerda. Sin duda, el desamor, la pérdida y la incertidumbre son los motores que la empujan a cometer las locuras literarias que la consagran como la mejor escritora de su mundo, un mundo en el que la palabra 'escritora' se escribe con 'h' y no es muda. ¡Descúbrelo!