


Son las once y cuatro, para tu retorno falta rato...
Son las 11 menos dos y hace días que te espero,
la ausencia es corrosiva y me gana el desespero.
¿O a caso es la esperanza que me nubla el juicio?
Que me obliga a olvidarte cuando asomo al precipicio.
Son las 11 menos uno y hace rato que no vuelvo,
mi mente vuela lejos y me pierdo en el recuerdo.
¿Qué a caso no te has ido que te siento aquí muy dentro?
¿Qué a caso no te vas cuando cruzas el umbral?
Son las 11 en punto y hace tiempo que te sueño,
hace varias noches que asomas mis desvelos.
Que en el cielo oscuro no habita el firmamento,
que en el intento puro, mejor callo y te miento,
para no exponer ni revelar mis miedos,
porque hace varios días que siento que te pierdo.
Son las 11 y uno, y hace horas que me olvido.
Sí, me olvido de lo mucho que disfruto el silencio,
pues tu voz ya no me llena ni flota en el espacio,
soy solo una gota que cae sobre la alfombra,
que así, muda y distante, te anhela y te implora.
Son las 11 y tres, me perdí de un minuto,
qué triste es mi destino cuando no estás en él,
qué triste y cruel, cuando el alcohol ya no me embriaga,
y en un intento vago me lleno a gritos y a llanto,
me vuelvo loca de cordura y valiente en el espanto.
Son las 11 y cuatro,
para tu retorna falta rato.
Tal vez algunas horas, o tal vez algunos años.
Pero aquí, amado mío, estaré aguardando.
Por si algún día vuelves, por si acaso un día te pierdes,
y quieras tú seguir el rastro de tus viejos días alegres.
Aquí estaré esperando, aunque olvide que te espero,
aunque esperarte quiera y al final no pueda.
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