


En un mundo donde no podemos estar sin móvil, donde pertenecemos a múltiples grupos, a veces, es necesario soñar para salir de la rutina.
Anoche volvía a Málaga después de un fin de semana cultural en Madrid donde me introduje en el universo de El Bosco. Me adormilé durante un buen rato y soñé que encontraba el amor de mi vida en el mundo fantástico del genio holandés. Estaba dentro de El jardín de las delicias y, entre mujeres pecadoras y lujuriosas, se encontraba ella: ojos tristes y sonrisa de chocolate es lo único que recuerdo de su rostro. Al oír mi móvil desperté sobresaltado. Me había adormilado en el trayecto, mi cabeza descansaba en el hombro del anciano que tenía como compañero y que no había querido molestarme. Miré mi smartphone. Alguien me había agregado a un nuevo grupo: Los soñadores. El whatsapp entrante era del administrador: Mirada serena. “Última estación presentación de los soñadores. Los interesados bajen en ella”. Yo me apresuré y lo hice en Antequera.
y comenta
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Buen micro, me gustó. Curiosamente hace unos días estuve en el Prado y también me quedé embelesado con esa pintura.jajaja
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En un mundo donde no podemos estar sin móvil, donde pertenecemos a múltiples grupos, a veces, es necesario soñar para salir de la rutina.