


Un recuerdo que se queda atrapado en el fondo del corazón, al igual que una foto captura un momento especial de tu vida
Sentí la primera gota de lluvia caer sobre la punta de mi nariz. Mis ojos se alzaron al cielo, sin moverme ni un ápice. Mis dedos traquetearon sobre mi mejilla, sosteniendo con una mano que temblaba mi barbilla, con las piernas cruzadas en aquel banco del parque, tratando de entrar en calor. Hacía frío, mucho frío, pero eso no me importaba. Despegué los labios lentamente, tan lentamente que pude escuchar en el silencio del crepúsculo cómo se rasgaban mis labios helados y heridos. Sentí el calor de unas gotas de sangre que los bañaban mientras una pequeña nube de vaho daba forma a mi suspiro.
Allí al fondo, sin percatarse de mi presencia, estaba él. Sonreía como nunca le había visto hacer, sin apartar sus ojos de ella. Como no, ella. Siempre ella. Pero yo no podía apartar mis ojos de él. Como no, él. Siempre él.
Descrucé las piernas y apoyé los codos en las rodillas, apoyando la barbilla en mis manos cruzadas. Sentía las pequeñas y frías gotas de aquella lluvia fina caer sobre mi pelo. Miré al suelo. Me tapé la cara con las manos, respiré fuerte para calentarlas y las metí en los bolsillos, recostándome en el banco. Con la punta de mi zapato dibujé en la nieve, sin mirar, dos garabatos que pretendían ser personas. Les unía una línea.
Hacía tanto frío que deseé llorar para sentir algo de calor en mi rostro. Pero en lugar de llorar sonreí. Le miré de nuevo, allí a lo lejos, inmerso en su felicidad, agarrando de la mano a la razón de sus sonrisas. Y miré de nuevo al cielo, oscuro. Un par de gotas cayeron en mi pupila, resbalando por el iris de color café, hasta deslizarse por mi mejilla. Y de nuevo sin mirar, borré la línea de nieve que unía a los dos garabatos.
Me levanté y, con las manos en los bolsillos, caminé sin saber muy bien a donde. Supongo que eso no importaba. No miré de nuevo. No lo necesitaba. Le dediqué un último recuerdo, y me fui.
y comenta
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Es una chica sabia, borra la línea y se marcha. Breve y bueno.Buen contraste de temperaturas, la exterior y la interior. Es verdad que hay muchos posesivos innecesarios (mis manos, mi barbilla, cuando es claro que se refiere a las propias de la narradora). Saludos.Me ha gustado mucho tu forma de narrar el momento. Saludos.Unas palabras que se nota que costaron ser escritas, pero que describen fielmente lo que podemos llegar a sentir alguna vezBuah, me ha fascinado tu historia. La has escrito con tanta majestuosidad y elegancia, que desprende sentimiento por los cuatro costados. Tiene algunas repeticiones, un pelín molestas, de el posesivo "mi"... Aparte de eso... ¿Ya te he dicho que me ha encantado?
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"Tenía solo nueve años la primera vez que tuve ese sueño. Por aquel entonces, como era de esperar, no tenía la menor idea de lo que realmente significaba. O más bien, de lo que llegaría a significar."
Hay silencios que duran una eternidad. Y hay silencios que duran siete eternidades, tres vidas, un suspiro y dos lágrimas.
Cuando en tu mente sólo hay caos y no ves nada claro.
Cuando sabes que va a pasar algo malo, tu misión es única: intentar por todos los medios que eso no suceda, aun poniendo tu vida en riesgo.
La muerte llega, y es entonces cuando te das cuenta de que no hay marcha atrás. Quizá sigas al lado de esa persona especial, pero no te servirá de nada porque no te podrá ver ni sabrá que estás ahí. Hay que aprovechar el tiempo porque un día puede ser demasiado tarde.
Siempre se dice que hay que dejarse guiar por el corazón, ¿pero qué pasa cuando el corazón te dicta varias cosas? ¿cuando no estás seguro de si es o no lo correcto? Hay una gran lucha interna entre el corazón y la razón, y a veces tenemos que considerar ambas cosas para saber cuál es la mejor opción.


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Manchada de tinta desde que tengo memoria, buscando más allá de cada palabra. No temo ver la verdad, temo no poder escribirla.