


Zoilen Verde
Ciencia Ficción |
11.11.20
Sinopsis
Los no chipeados corren riesgos incalculables
Zoilen Verde
Parte 1
En la familia de Iván, todos eran chipeados menos él, lo cual evidentemente era ilegal y era por ese motivo que el muchacho se mantenía lo más oculto que podía; las autoridades intentaban dar con el paradero de los no chipeados para regularizar su situación. La desaparición misteriosa de algunos de los habitantes sin chip estaba alertando a la población en general. Nadie entendía bien lo que estaba ocurriendo; la nueva peste ya era preocupación suficiente.
-Me enteré que desapareció otro –anunció angustiada la madre del joven al segundo de entrar a la casa. Iván deglutía su sándwich de zoilen verde y parecía no haberse enterado.
-¿Escuchaste? –insistió ella, depositando las compras sobre la mesa, al tiempo que observaba a su hijo. Tenés que ser cuidadoso, Iván. ¿Has tenido contacto con alguien de la NoChipWeb? Ya te alerté sobre eso, puede haber infiltrados. Cada vez son más, sabés que es peligroso. Decime. ¿Entraste a la NoChipWeb otra vez?
Los rulos rojos del chico relucían bajo el hilo de luz que se colaba por una leve abertura de la cortina del comedor diario. Dejando el sándwich sobre el plato, su rostro adquirió un velo de hartazgo.
-Estoy cansado de vivir de esta forma, siempre escondido. Pero el chip no lo quiero, no voy a discutir otra vez por eso. Y sí, la NoChipWeb es uno de los pocos lugares donde puedo socializar, tener encuentros de plasma, conversar, juegar algún juego...
-¿Cómo que encuentros de plasma? –preguntó su madre horrorizada.
-Ya sabés lo que es, mamá. Nos encontramos en el espacio del plasma, en la NoChipWeb, en nuestro cuerpo holográfico. No es gran cosa, claro, pero se parece más a una vida normal.
-Si te colocás el chip, se acaban los dramas, hijo…
-No me digas… ¿Los tuyos cuándo terminaron? Y hablando de desapariciones, sí, parece que nos quieren por dos motivos.
La madre de Iván hizo un esfuerzo para comprender cuál sería el segundo motivo. El gobierno deseaba chipear a los rebeldes como Iván, pero esa era la única razón que ella conocía para que estas personas desapareciesen momentáneamente.
-¿De qué estás hablando?
-Nos buscan para colocarnos el chip, claro. Pero también lo hacen por la peste. Parece que ninguno de los no chipeados que encontraron tenían rastros de la peste en su sangre. Querrán averiguar por qué, agarrarnos como conejillos de indias para encontrar una cura, yo que sé…
La madre lo miró preocupada, y no supo qué más agregar. Segundos después, sin embargo, arremetió nuevamente con su discurso.
-Tu padre y yo nos preocupamos, Iván… Si te ponés el chip, hacés vida normal. Bueno, o casi normal. Pero no vivís encerrado, ni te estás exponiendo a esa web ilegal; y siempre acá, en peligro de que te descubran. Por favor, hijo, entiendo que estás cansado, ¿pero qué solución puedo ofrecerte? ¿Preferirías irte a vivir con los parias?
Iván tomó su control remoto personal, lo colocó en dirección a su madre, y procedió a bajar el volumen de la voz de la mujer, quien lo miró indignada. A continuación, retomó la deglución de su sándwich de zoilen verde, del cual emanaba un delicioso aroma a chocolate y vainilla. En ese preciso instante, la puerta se abrió nuevamente dando paso a la novia del joven, quien inmediatamente notó el clima tenso que se respiraba en la sala y se sentó junto a Iván rodeándolo con el brazo. La madre del muchacho decidió que descansaría un rato y continuaría con la conversación más tarde. Se colocó junto al recargador de energía y pasó el chip de su muñeca sobre el sensor de modo de sumar las horas de fuerza que precisaría para el día siguiente. Su hijo la miró casi con desprecio. Minutos más tarde, un timbre con tono musical heavy metal se impuso en el mundo sonoro del espacio en el que se encontraban. Iván no le prestó atención y continuó conversando con su novia. La madre giró lentamente, dirigió su mirada en dirección a una pantalla que se encontraba entre dos cuadros, y resolvió que atendería la llamada de su esposo.
-¿Cómo estás? –dijo ella entonces autorizando la comunicación, luego de lo cual apareció la cara del padre de Iván, visiblemente nervioso.
-Escuchen, por favor, es urgente. Hay que llevar a Iván al otro escondite –indicó velozmente. Lo descubrieron y vienen a buscarlo.
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